jueves, enero 26, 2006

¿Adónde va la justicia deportiva en España?

“Me podría indicar hacia donde tengo que ir desde aquí” le pregunta Alicia al gato de Cheshire, que le responde: “Eso depende de adónde quieres llegar”. Y en ese momento trascendental del libro, Alicia contesta: “A mí no me importa demasiado adonde”, lo que provoca la inmediata réplica del gato: “En ese caso, da igual hacia donde vayas”. Satisfecha, Alicia continúa: “Siempre que llegue a alguna parte” y el gato sabio le anota: “¡ Oh ! Siempre llegarás a alguna parte, si caminas lo bastante”.

Este es el diálogo perpetuo que se ha establecido en España entre el fútbol y la justicia deportiva. Puesto que da igual adonde se quiere llegar, no importa hacia donde se va. Al fin y al cabo, no hay interés por llegar a ningún sitio concreto. Luego es indiferente la dirección que se tome. Esa es la realidad cotidiana del fútbol español puesta en contraste con los criterios de justicia, equidad, igualdad de oportunidades y adopción de medidas punitivas. A nadie parece interesarle de forma honrada y verdadera que existan unos criterios únicos, coherentes, sensatos e irreversibles de juzgar las acciones de los protagonistas del fútbol dentro y fuera del campo. Y esa es la causa de que proliferen sin cesar las arbitrariedades y se extienda el sentimiento de injusticia por todos los campos y todos los estratos. Y también que presidentes, entrenadores, jugadores y periodistas llamen a la hostilidad y la violencia con sus palabras y sus acciones sin que ello les suponga ni siquiera una reprobación pública previa, como acabamos de ver en Valencia.


Nadie quiere que haya auténtica justicia en el fútbol. Todos quieren justicia benévola para sus intereses y demoledora para los rivales. Para agravar la insensatez hay tantos precedentes enloquecidos (campos nunca cerrados; lesiones jamás castigadas...) que cualquiera se agarra a ellos para justificar actuaciones indecentes del presente. ¿Hay solución? Por supuesto. No es perfecta, pero sí mejor que la situación actual. Bastaría con una transposición exacta de los criterios que aplica la UEFA en sus competiciones europeas. Entonces comprobaríamos de verdad que los lanzamientos de botellas, monedas o cochinillos provocan el cierre de los estadios; que los jugadores violentos son castigados con dureza similar a la que emplean en las tibias rivales; que los escupitajos suponen muchos partidos en la grada... Bastaría con que la Federación Española de Villar aplicase lo mismo que la UEFA. ¿Por qué no lo hace?

Referencias

- Se reanudará a puerta cerrada
- La violencia no tiene justificación
- Hostil Mestalla
- Un energúmeno y un irresponsable