sábado, marzo 10, 2007

El partido de la crisis garantizada


He aquí dos equipos en busca de respuestas. Con mil preguntas sobre la mesa y buscando desesperadamente alguna respuesta que escampe los nubarrones y despeje los miedos. Miedo a la crisis del próximo lunes, que llegará sí o sí salvo que las circunstancias del juego, un empate balsámico o algún accidente imprevisto la detenga o congele (o retrase). La crisis está ahí, en la medianoche del sábado al domingo, esperando una derrota del Madrid para lanzarse al cuello de Capello, cuarto año consecutivo en blanco nuclear, un vacío enorme en la sala de trofeos, una desazón inmensa en las gradas del Bernabéu, rumbo perdido en el club, jugadores con poco crédito.

O para lanzarle otro órdago a Rijkaard, constructor de un gran campeón a partir de unos mimbres desheredados, gran gestor en la austeridad y las dificultades, pero desbordado en el éxito exuberante por un vestuario agitado y con grietas, estrellas en el disparadero, los únicos que pueden detener el fin de ciclo profetizado. ¿Quién gestionará mejor su miedo y sus fantasmas? Sobre el césped se verá. Gestionar los miedos y sus otras armas. En el Barça, su juego. En el Madrid, su carácter. Armas opuestas.



Barça
: toda la temporada dando vueltas a ideas, nombres, esquemas, sistemas y
automatismos en busca del reencuentro. Reencontrar al campeón. Barça de los altibajos. Excelente en mediashoras puntuales, perdedor ante todos los grandes. Perseguidor de su propia sombra, a la que no consigue atrapar quizás porque el campeón del año pasado fue un gigante. ¿Qué fútbol presentará hoy? ¿Otra vez el de riesgo total? ¿O el retorno al torneo de la regularidad significará el regreso al equilibrio del equipo? Se adelantan alineaciones otra vez con el 3-4-3, pero hoy me cuesta comprenderlo a priori, pues no hay ninguna cuesta empinada que remontar y vería más interesante regresar a los fundamentos de este equipo, buscando el equilibrio a partir de la solidez de los cinco por detrás del balón, la presión sostenida en el frente delantero, el juego de ataque por bandas y el desplazamiento de balón rápido y vertical. Y sobre todo, más que jugar, volver a competir.



Madrid: última llamada para el vuelo de la Liga. Equipo de parches y remiendos al que Capello le ha quitado todo, excepto el carácter, sin aportarle nada nuevo ni bueno. De toda su sabiduría defensiva, los fichajes veteranos que aseguraban títulos a corto plazo o su manejo de la presión mediática apenas hay rastro. Capello es el boxeador sonado que intenta agarrar los hombros resbaladizos de su contrincante para no caer, mientras en el palco ya hace tiempo que los pulgares señalan hacia abajo. Madrid de promesas insensatas que se van incumpliendo paulatinamente para desencanto de propios y jolgorio de ajenos. Jugadores desacreditados por años de desaciertos en unos casos, por el veto técnico en otros, por su desubicación posicional en algún otro, por su triste condición física o anímica en varios más. Pero todavía orgullosos y corajudos. Acostumbrados y dispuestos a seguir luchando contra el viento de los tiempos, que sopla claramente en su contra.

Así que en un bando buscan reencontrar su juego y con él, a sí mismo, y en el otro, a falta de un concepto futbolístico, apelan al carácter. Quien caiga saldrá muy malherido. Si es el Madrid, porque a Capello y sus gladiadores les esperan tres meses de purgatorio terrible en esa casa del terror en que se convertirá el Bernabéu y porque habrá que levantar otro proyecto (preparen otros cien millones) desde las cenizas. Si es el Barça, porque los profetas del fin de ciclo y los ventiladores de los bandos cainitas sacarán la artillería para despedazarse sin compasión, mientras Rijkaard continuará consultando la brújula en busca de un rumbo y en el vestuario se hará más grande la distancia entre quienes se sienten idolatrados y quienes apuestan por la cultura del esfuerzo.

El annus horribilis de Henry




Fin de temporada para Henry, afectado seriamente en la ingle y la inserción de un abdominal, con posible osteopatía de pubis. Tres meses de baja, fin de un curso negro y horrible: 17 partidos en Premier y diez goles; seis partidos en Champions, un gol. “Puedo contar con los dedos de una mano los partidos que he jugado esta temporada sin dolor”, dijo hace unos días, antes de su lesión agónica frente al PSV. Anteriormente habían sido los isquiotibiales, un pinzamiento en el nervio ciático y una tendinitis en el pie los que le hicieron jugar infiltrado o simplemente no jugar. “Tras el Mundial no hice ninguna preparación de base y ataqué de inmediato los partidos. Lo estoy pagando muy caro”, dijo ayer. Perder un año a estas alturas no es ninguna broma.

Fotos: AP - Getty - AFP.