miércoles, marzo 07, 2007

Una luz para el camino


El deportista que cae derrotado conoce cuál es el camino que debe seguir: levantarse, curar sus heridas, reflexionar sobre las causas que le han llevado al suelo, reconstruir la estructura básica, intensificar su entrega al esfuerzo y volver a intentarlo. El camino desde la derrota está iluminado y es visible a ojos de cualquiera. En cambio, el deportista que se consagra con victorias inacabables no conoce cuál es el siguiente paso. Por eso se duerme en los laureles, creyendo que nunca más volverá a vivir la derrota y el sufrimiento, pues está au delà de cualquier contingencia. El camino a partir de la victoria es oscuro y sólo perceptible para los sabios. Y este es mi resumen de lo que le ocurre al Barça esta temporada.

Lo ganó todo y lo ganó desde la plasticidad, reuniendo elogios y alabanzas, idolatrado por propios y ajenos, pero no supo encontrar el camino para superarse. No digo para volver a ganar. Nadie ha repetido triunfo en la Champions en 17 años, lo que demuestra la dificultad del intento y también la imprevisibilidad de la competición. No digo ganar, sino superarse a sí mismo. Frente a la ceguera del triunfo absoluto, nadie aportó luz. El presidente lanzó sus bravatas, pero no aportó luz. El club programó giras y presentó excelentes números, pero no aportó luz. El entrenador dejó hacer, confiando en que la autogestión del vestuario resolvería el jeroglífico, pero tampoco aportó luz. El entorno mediático ensalzó y ensalzó y negó mil veces que el camino fuera oscuro, lo que tampoco sirvió para encender las luminarias. Y los jugadores se dividieron entre quienes apretaron los dientes y se esforzaron más y quienes se dejaron llevar por la molicie y los corífeos.

El problema, pues, no es ganar o perder un partido, ni esa estupidez sobre que el 3-4-3 es culpable de todos los males, obviando que con el 4-3-3 se ha caído ante Sevilla, Chelsea, Madrid, Valencia, Espanyol, etc.... El problema es el camino oscuro en que se encuentra este equipo por sus propios deméritos. Quien no se renueva durante el triunfo está condenado a la decadencia. Y eso es lo que ha ocurrido. El equipo no ha renovado sus hábitos. No me refiero a renovar la plantilla, aunque hubiese venido bien un refuerzo más potente a la vista de las graves lesiones sufridas. Me refiero a renovar los hábitos de un deportista campeón, a saber: entrenarse más que el año anterior; cuidarse mejor dentro y fuera del campo; trabajar duro para corregir defectos; asumir que el próximo triunfo será más difícil que los ya conseguidos; plantearse retos aún mayores; no despreciar a ningún rival por pequeño que sea; desconfiar de la supuesta superioridad y sacrificarse aún en mayor medida por el bien del colectivo.

No tengo la menor duda de que estos hábitos imprescindibles han sido incumplidos esta temporada por el Barça. Sí por algunos componentes de la plantilla, pero un equipo no funciona si varios de sus componentes están a por uvas. Nadie se proclama campeón mundial de los 100 metros entrenándose ni siquiera un 1% menos que su rival. Quien vence es porque, sobre el talento imprescindible, cumple sus obligaciones al máximo y compite al 100%. En el deporte de alta competición, nadie vence a medio gas, dejándose ir y sin un inmenso trabajo previo. El Barça olvidó todo esto y ahora es más complicado encontrar la luz.

Pero no es imposible. Este grupo de jugadores posee las condiciones básicas para volver a triunfar: talento, energía, coraje y voluntad. Muy probablemente, varios de ellos deberán marchar para dejar paso a otros más dispuestos a encender la luz o simplemente a mejores jugadores. Pero el núcleo del grupo tiene capacidad para levantarse, entre otras razones porque ahora es más fácil. El camino desde la derrota está iluminado. Ahora, ya todo el mundo sabe que las alarmas lanzadas desde el mes de julio sobre el bajo nivel de entrenamiento y sus consecuencias físicas, o sobre la obsolescencia táctica y la relajación grupal, no eran infundadas. Pero también es cierto que las soluciones ahora son muy claras: levantarse, curar las heridas, entrenarse duro, volver a luchar, pelear por el título de Liga y aceptar que nada puede seguir igual la próxima temporada. Ahora, la luz está encendida.

Fotos: EFE - AP - Getty