lunes, diciembre 18, 2006
Levántate y anda
El deporte es caer y levantarse. El fútbol es equilibrio: ganar y perder, brillar y oscurecerse, tropezar y reivindicarse. No hay equipos imbatibles eternamente, ni perfección consagrada. Lo que hay es un camino a recorrer, con sus peligros y sus amenazas, pero también con sus días plácidos. No hay final en el camino de la perfección, porque nadie llega a ese final. Lo que hay que hacer es recorrer el camino, intentar superarlo con los menores tropiezos posibles, sonreírle al mal tiempo y planificar mejor el día después.
Lo peor del Barça de Rijkaard no es su desequilibrio defensivo, ni la falta de entrenamiento físico de su estrella, ni los errores que sin duda comete el entrenador, ni siquiera la incapacidad de desbaratar los antídotos que aplican los rivales. Lo peor del Barça de Rijkaard es su entorno. Mucho peor que el que rodeaba hace quince años al ‘dream team’. Ese entorno capaz de insultar por escrito a un jugador por ‘pesetero y mercenario’ y elevarlo a los altares tres semanas más tarde. De idolatrar a otro delantero hasta que, legítimamente, cambia de club. De escribir el jueves que el Barça ya era campeón del mundo, pese a las proclamas prudentes de entrenador y jugadores. Un entorno hecho de zalamerías, alabanzas infinitas y elogios fatuos, pero ciego y sordo. Incapaz de ver, analizar ni escuchar. Un entorno al que le importa un pimiento lo que digan o hagan jugadores y entrenador. Un entorno que, todo por la audiencia, decidió en su momento que el Barça era el 'mundo perfecto' y no está dispuesto a que la realidad le disloque sus titulares.
Ese entorno creó la ridiculez del ‘Barça de las 7 Copas’ al que el presidente Laporta hizo el caldo gordo y que la realidad está poniendo en su sitio. A base de engordar egos y no señalar nunca los defectos, ese entorno está consiguiendo los objetivos opuestos. Por supuesto, no es el entorno el culpable de esta nueva derrota blaugrana en un partido trascendente, pero sí es el principal colaborador de la derrota. El camino del Barça sería más sencillo si ese entorno estuviera dispuesto a ver y oír. Escucharía a Rijkaard hablando claro y alto de ‘fracaso’. Vería a Ronaldinho en un estado físico paupérrimo, al margen de que sus gestos técnicos sean mágicos. Oiría cómo crujen las junturas del equipo por el desequilibrio defensivo. Observaría que el conocimiento es esencial en el fútbol y que todos los equipos saben ya cómo desactivar al Barça, aunque sólo unos pocos puedan aplicar la receta, mientras Rijkaard sigue sin hallar el ‘antídoto del antídoto’.
¿Defectos graves? Defectos corregibles. Pero para eso, el grupo de Rijkaard debe hacer tres cosas de inmediato: levantarse, andar y prescindir del entorno.
Cannavaro, felicidades
Mi escasa afección a los premios individuales en un deporte colectivo no evita la felicitación pública a Fabio Cannavaro. No sé si es el mejor del año y, desde luego, no me interesa para nada escarbar entre los méritos intangibles porque son humo. Pero sí hay que recordar que fue el mejor y más destacado del Mundial, sin duda alguna. Y que este defensa sonriente, todavía mal adaptado en su aventura española, no tiene ninguna culpa de que Maldini no tenga los mismos trofeos. Así que felicidades a Cannavaro.
Fotos: EFE - AP - AFP.