lunes, diciembre 11, 2006

Defensa de Capello


Apenas acabado de caer ante el Sevilla, la primera pregunta que recibió Fabio Capello fue esta: “¿A qué juega el Madrid?”. Le fue lanzada por un periodista con ánimo de lesionar, pues el tono de la pregunta no dejaba dudas: era un ladrillazo al rostro de Capello. Salgo hoy a defender al entrenador del Madrid porque me parece exagerada la óptica con que se le juzga. Él no ha engañado a nadie con su propuesta. Su propuesta futbolística no me gusta. No me gusta nada. Pero es una propuesta: clara, rotunda e incluso razonable en buena medida.

Apuesta por un sistema defensivo, como siempre ha jugado Capello, por cierto con notable éxito. Seis hombres detrás del balón, mucha protección entre las líneas, escasa elaboración en el centro del campo y contraataque directo. Es un sistema tan válido como otros. Quizás menos plástico, menos elegante, más ‘metalúrgico’, pero válido, legal, razonable y coherente. Con ese sistema, Capello ha ganado títulos y doblegado a grandes abanderados del fútbol ofensivo (el 4-0 de Atenas al ‘dream team’ sin ir más lejos).

Ni Capello, ni Calderón al traerle, han engañado a nadie. El Madrid juega ahora como quiere el técnico italiano, que además ha tenido que lidiar los clásicos problemas que generan unas elecciones en julio: poco jugador de calidad para fichar, escaso margen para ‘limpiar los establos’, dificultades de adaptación al nuevo sistema. Podemos criticar (y lo hacemos) que siguiera apostando por determinadas ‘vacas sagradas’ del vestuario y se deshiciera de otros jugadores quizás más prometedores. Y también que optara sólo por incorporar ‘guerreros’ y olvidara contratar algún futbolista con talento constructor, aunque él crea no necesitarlo.

Pero ha cumplido todos sus objetivos iniciales: la recuperación física del equipo es un hecho y su solidez anímica, también. Aquella pandilla de jugadores dormidos en los laureles se ha convertido en un grupo con hambre de reeditar viejas hazañas. Podemos aventurar sobre cuánto durará la paciencia de Ronaldo o la templanza de Casillas, pero no es discutible que los acomodados millonarios se han transformado en jugadores con deseo y ambición. Por supuesto, más de uno de ellos debe interrogarse sobre qué hace Ronaldo defendiendo o bajando hasta el centro del campo a robar balones; o sobre el imparable retroceso de Raúl hacia posiciones cada vez más defensivas; o sobre la ausencia de elaboración futbolística. Pero interrogarse sobre ello no puede significar que Capello sea culpable de todos los males de la humanidad. ¿A qué juega el Madrid? A lo que propuso Capello desde su primer día. Podrá no gustar, pero es coherente y no ha dado malos resultados hasta el momento. Y, sobre todo, no ha engañado con falsas promesas.

Fotos: AP - Real Madrid.com.