viernes, marzo 10, 2006
La eliminatoria de los ancestros y los mitos: Kubala, Koeman...
Es un equipo que estimula las glándulas emocionales del barcelonismo. No es el equipo más difícil de Europa, pero acaba de eliminar al campeón en el propio Anfield y sin encajar un gol en 180 minutos. No marcha fulgurante en su liga y ha acogido el emparejamiento con temor manifiesto: “Pior nao podia ser: Barcelona no caminho do Benfica”. Pero despierta recuerdos de los ancestros y también algunos demonios familiares. Hablar del Benfica es hablar de la final de Berna, de Kubala y Ramallets, de la victoria de Wembley y de Koeman, y también hablar de las frustraciones con Geovanni y Simao, el extremo que debía borrar el recuerdo amargo de Figo pero fracasó en el intento y llegará con ansias de revancha.
Benfica es la magia del fútbol en las hermosas noches de Lisboa. La pasión del aficionado portugués. El fútbol valiente y sin dobleces. El actual equipo de Koeman vive en el péndulo de la irregularidad, pues alterna actuaciones discretas en su campeonato con las brillantes eliminaciones del Manchester y el Liverpool en Champions. No es el gran enemigo que yo prefería para el Barça de Rijkaard, pero es un rival poderoso en defensa (5 goles encajados en 8 partidos), serio en el centro del campo y agudo en ataque. Se equivoca quien desprecie a este equipo que posee tanta historia que la simple evocación de su nombre provoca emoción.
Los más viejos del lugar recordarán aquella final de Copa de Europa que parecía asegurada para el Barça. 31 de mayo de 1961. Wankdorf Stadium de Berna. Por el Barça jugaron Ramallets, Gràcia, Garay, Foncho, Vergés, Gensana, Suárez, Czibor, Kocsis, Kubala y Evaristo. Por el Benfica lo hicieron Costa Pereira, Mário João, Germano, Ângelo, Neto, Cruz, José Augusto, Santana, Águas, Coluna y Cavém. Favorito indudable era el equipo catalán, pero lo falló todo: cuatro disparos al palo y una enorme cantidad de errores increíbles en boca de gol. Para colmo, Ramallets se comió el segundo gol portugués y el Benfica se llevó la Copa por 3-2 y dejó en el Barça una frustración que duró más de treinta años, justo hasta que Ronald Koeman lanzó aquél zapatazo en la tarde soleada de Wembley y cerró el circulo.
Eliminatoria hermosa en el horizonte, sin barreras tácticas ni prevenciones estratégicas. No sucederá igual en el Vila-real-Inter (todos decimos Inter, pero no deberíamos despreciar al Ajax del maravilloso Huntelaar). Riquelme frente a Cambiasso, dos argentinos espléndidos marcando el ritmo de una eliminatoria (si se confirma) que no promete demasiados goles, al contrario que ese Olympique-Milan que garantiza galopadas majestuosas de Kaká, cañonazos de Juninho, oportunismo de Inzaghi, potencia de Tiago, filigranas de Fred, velocidad de Carew y estilo de Pirlo. Y otro gran interrogante: el centro del campo amurallado de la Juve contra el bailarín Henry, un duelo fantástico que no me parece tan claramente juventino como dicen los pronósticos. Démosle una oportunidad a Wenger frente a Capello. Al viejo Highbury frente al monstruosamente vacío Delle Alpi. Al imberbe Cesc frente a su mentor Vieira.
Fotos: Luisao, celebrando su gol en Lisboa ante el Liverpool (Benfica.com); Koeman, en el mismo partido; Kubala, a finales de los años 50; y Juninho Pernambucano, en Eindhoven frente al PSV (AP).
Referencias
- Pior nao podia ser
- Choque ibérico
- Rijkaard, como es él