miércoles, agosto 30, 2006
Las claves del Milan Lab
La longevidad de Costacurta (40 años), Maldini (38), Cafú (36), Serginho (35) et altri es una de las paradojas del fútbol moderno: veteranos, pero en plena forma física. Con diez años menos, muchos jugadores parecen avejentados; otros, simplemente no están ya para jugar. La mayoría opta por la retirada. Pero el Milan tiene la sorprendente habilidad de prolongar la fecunda carrera de sus futbolistas (otra cuestión bien distinta es su extraña política de fichajes). Y todos los dedos apuntan al Milan Lab como causa de esta sorprendente longevidad. Después de bastante rebuscar, conseguí reunirme con un técnico de las categorías inferiores del Milan AC, Daniele Paccagnan, quien me facilitó detalles de mucho interés sobre el laboratorio, lo que unido a documentación acumulada y a declaraciones de Daniele Tognaccini, director del Milan Lab, me han permitido construir esta aproximación al ‘laboratorio milagro’.
El Milan Lab se puso oficialmente en marcha en julio de 2002. Resultados hasta el momento: las lesiones no traumáticas (no imputables, por tanto, a golpes, entradas violentas o accidentes) se han reducido en un 80%; el rendimiento físico medio de los jugadores en el largo plazo (tres años) se ha incrementado en un 50%. En resumen, los futbolistas del Milan han estado a disposición del entrenador muchas más veces durante este período y en mucha mejor condición física que en ninguna otra época anterior. Ese era el gran objetivo cuando se inauguró el Milan Lab: alcanzar y mantener el máximo nivel de excelencia en la competición. Pero el laboratorio no nació por casualidad.
En 1987, Arrigo Sacchi llega al Milan como entrenador y con él Van Basten, Gullit y Ancelotti. Al equipo se suma también un joven llamado Alessandro Costacurta. La escuadra milanista incorpora a un tercer holandés (Frank Rijkaard) e inicia una carrera desenfrenada de éxitos nacionales e internacionales (dos Copas de Europa consecutivas) con un estilo de juego que marca toda una época. Con Sacchi llegó al equipo un joven atleta que poco antes había abandonado una prometedora trayectoria como corredor de 400 metros vallas: Vincenzo Pincolini, preparador físico en todos los equipos de Sacchi, pionero del entrenamiento de atletismo aplicado al fútbol.
En verano de 1991, Pincolini observa en Nueva York cómo Carl Lewis gana el salto de longitud del Campeonato USA de atletismo, clasificatorio para el Mundial de Tokio. Loles Vives trabajaba en aquella época como periodista y le parece curioso que el preparador físico del Milan asista a las competiciones. Le entrevista y Pincolini suelta un concepto que terminará siendo profético: “En los próximos años, cualquier futbolista que quiera destacar tendrá que prepararse como un atleta”. Ese concepto será la base sobre la que años más tarde se construirá el Milan Lab.
Uno de los mejores amigos de Pincolini era Daniele Tognaccini. Pincolini fue de equipo en equipo siguiendo la estela de Sacchi: la selección absoluta italiana, de nuevo el Milan, el Atlético de Madrid, el Parma, el Ascoli, la Roma, otra vez el Milan, la sub-21, finalmente el Parma. Tognaccini, en cambio, no llegó al Milan hasta 1999, de la mano de Zaccheroni. Conocía el concepto atlético de su colega y a finales de siglo le presenta a Adriano Galliani un proyecto revolucionario: el laboratorio de alta tecnología Milan Lab, cuyo principio básico es que los futbolistas logren explotar su máximo nivel físico y, sobre todo, lo mantengan durante largo tiempo. Para ello, el club considerará la salud de los jugadores como su activo principal, por lo que se implantará una red tecnológica de alto nivel para prevenir las lesiones. No puede sorprender que Tognaccini sea quien elabore el proyecto: la tesis que presentó para licenciarse como preparador físico basó sobre “la utilización de la informática en la preparación atlética”.
Un centro de investigación científica
En marzo de 2002 se abre en Milanello el Milan Lab, en fase de prueba piloto. Tognaccini es su director. Jean Pierre Meersseman, el coordinador médico. Fue Meersseman quien hace dos semanas dijo aquello: “Dejadme a Ronaldo mes y medio en el Milan Lab y saldrá hecho un toro”. Médicos, nutricionistas, psicólogos, asesores científicos, preparadores físicos, fisioterapeutas y analistas de datos componen la plantilla de un proyecto que cuesta 2,5 millones de euros anuales, importe sufragado íntegramente por patrocinadores, más las ventas parciales que el propio Milan realiza a otros clubes para enseñarles las aplicaciones tecnológicas.
El Milan Lab se define como un centro de investigación científica de alto contenido tecnológico. La idea es reducir riesgos al mínimo y para ello deben sistematizarse todos los parámetros que afectan el rendimiento del deportista en tres áreas esenciales: la estructural, la bioquímica y la mental. Las cámaras fijas de vídeo cubren el recinto de entrenamiento de Milanello y registran todos los movimientos de los futbolistas en su preparación. Se graban y analizan todos los ejercicios de todos los jugadores. A las nueve de la mañana, los miembros de la primera plantilla y también del equipo Primavera (el equipo B) entran en Milanello y rellenan una ficha exhaustiva sobre su estado y los problemas ocurridos en el día anterior, sean físicos, fisiológicos o de cualquier índole. Un dolor de tripa, problemas de sueño, molestias musculares, conflictos de un hijo en el colegio, un enfado familiar. Todo es detallado e introducido en la base de datos. Cinco preparadores físicos se cuidan del entrenamiento personalizado de cada uno de los jugadores. Cada preparador cuida de cinco futbolistas, que sólo trabajan conjuntamente en los entrenamientos tácticos. El resto de la preparación es siempre individual y personalizada (la alimentación, por supuesto) y viene dictada por el resultado de los tests físicos que se efectúan de modo sistemático. Cualquier indicio de riesgo de lesión lanza las alarmas del laboratorio, que ataja toda actividad fuera de lugar.
El objetivo no es que los jugadores lleguen al 100% de la forma física en un momento dado, sino que mantengan el 80% de esa forma a lo largo de toda la temporada y evitando lesiones. Por supuesto, el laboratorio no puede prevenir traumas, accidentes o fatalidades. Pero todo cuanto pueda prevenirse se previene. Si el Milan Lab emite el diagnóstico de que Pirlo corre el mínimo peligro de contractura muscular porque acumula demasiada fatiga, ha dormido mal las últimas noches o sus índices de lactato están disparados, Ancelotti dice amén y no alinea a Pirlo. Eso no se discute. Manda el laboratorio. Por supuesto, dice mi informante, “si se está jugando un título, el entrenador es libre de alinear al jugador de riesgo. Deberá asumir personalmente esa responsabilidad”. Pero en el noventa por ciento de los casos, el Milan Lab dicta sentencia. No hay discusiones sobre los diagnósticos, entre otras cosas porque Ancelotti los comparte plenamente como asegura Tognaccini: "Carlo es uno de los secretos del Milan Lab. Se puede hablar con él de todo porque escucha, comprende las exigencias y trabaja con nosotros para buscar soluciones".
Un cambio de mentalidad
En estos cuatro años, el laboratorio ha ahorrado un 80% de lesiones musculares y tendinosas, ha prolongado ‘milagrosamente’ las carreras de veteranos como Costacurta, Maldini o Cafú y ha incrementado el nivel físico promedio de la plantilla en un 50%. Los resultados positivos son demoledores. “Los futbolistas del Milan han comprendido que son algo más que futbolistas o empleados con sueldos de lujo: ahora son deportistas a tiempo completo”.
Trabajan en Milanello las horas que haga falta y dicte el Milan Lab. Se concentran allí antes y después de muchos partidos (para la recuperación criogénica), muchas veces con la familia. Comen cada día en el centro de entrenamiento y permanecen en él hasta que haga falta. “Se ha acabado la historia del futbolista que en dos horas despachaba el trabajo”. Y no sólo es trabajo físico. La ‘Mind Room’, habitación de la mente, es el escenario del trabajo psicológico, sea para liberar tensiones, acabar con el miedo a competir o romper el estrés. Ningún jugador con problemas emocionales jugará un partido. O con baja motivación. “El Milan Lab, finalmente, se define como META: Mental – Emocional – Táctico – Anímico. Allí dentro se trabaja como en ningún otro club del mundo”.
Por supuesto, nada de ello garantiza el éxito en un partido, una final o un campeonato. Pero ayuda a reducir los riesgos. Todos los clubes lo intentan, pero sólo el Milan ha creado una super-red tecnológica computerizada capaz de engullir miles de datos y arrojar diagnósticos precoces. La combinación de ciencia, tecnología, cibernética, psicología e inteligencia artificial es muy poderosa, como explica Tognaccini. “La integridad psico-física de los jugadores es el patrimonio más valioso de un club porque su rendimiento sobre el césped es trascendental, tanto desde el punto de vista deportivo como económico. Y en esto, la tecnología es verdaderamente de gran ayuda: nuestro trabajo, que puede parecer emocional, se convierte en mucho más racional”.
Los datos: Milan Lab se encuentra instalado en Milanello, el centro deportivo del club, situado a 50 kilómetros de la capital y en cuyos 160.000 metros cuadrados se levantan nueve campos distintos de entrenamiento, todos ellos controlados por las cámaras. Unisys se encargó del cableado general del centro; AMD suministró el hardware y Computer Associates es el reponsable del software de análisis. La síntesis de los datos se extrae mediante el PAS (Predictive Analysis Server) especialmente desarrollado para el Milan Lab y cuyos resultados siempre se ofrecen en forma de diagnóstico individualizado de riesgos. Daniele Tognaccini es el director del laboratorio; Jean Pierre Meersseman, el coordinador médico; Bruno de Michelis, el coordinador científico; y Matteo Motterlini, el principal consejero científico. A partir de esta temporada, además del equipo principal y el Primavera (el B), también se acogerán al análisis y diagnóstico del Milan Lab el resto de equipos de categorías inferiores del Milan. Desde que se inauguró el laboratorio, el equipo milanista ha participado en cuatro Champions con un balance de dos finales (un triunfo), una semifinal y un cuarto de final a pesar de que su plantilla dista mucho de ser la más talentosa de Europa.
Referencias
- Tognaccini ayer
- Y a todas horas
- Milanello en datos
- Pincolini, el precursor
- Milan Lab
Fotos: Milan.com - As - Technogym - La Gazzetta dello Sport - UEFA.com - Matallanas.