jueves, agosto 24, 2006
La copa de la marmota
La lluvia otoñal habrá caído sobre Londres, pero no lo suficiente como para convertir Stamford Bridge de nuevo en ‘Stamford Beach’. Así que el 18 de octubre con toda probabilidad se podrá jugar al fútbol de toque en el estadio del Chelsea, al contrario que la última vez que el Barça visitó el espléndido escenario londinense. Si el Barça quería retos ahí tiene uno importante: no dejarse enredar por el Werder Bremen. Si consigue superar eso, el actual campeón de la Champions podrá pelear a partir del 20 de febrero en las eliminatorias directas del KO por revalidar su título.
El emparejamiento con el Chelsea quizás no será igual al de los dos últimos años. Aquellos fueron a vida o muerte, pero ahora será otra cosa (o no). De entrada, cuando llegue ese 18 de octubre en que Mourinho y Rijkaard se volverán a ver las caras, ambos habrán jugado ya contra el subcampeón alemán, el máximo goleador de la Bundesliga, el excelente equipo de Klose, Klasnic, Diego, Mertesacker, Frings y Borowski. Es decir, algo gordo ya habrá sucedido. O el Werder Bremen está KO y los dos favoritos dirimirán entre sí, y en apenas dos semanas (18 y 31 de octubre), las dos primeras plazas del grupo o bien los alemanes han dado la campanada y dejado tocado y semihundido a uno de los grandes, con lo que el doble encuentro Chelsea-Barça se convierte de nuevo en eliminatorio y trascendental. Todo ello siempre y cuando los búlgaros del Levski sean los chicos blandos que todos esperamos.
Que nadie se fíe del mal momento del Chelsea. La locomotora está gripada y nadie sabe exactamente porqué. Se alude a las bajas (Makelele, Cech, Joe Cole, Ballack, Gallas...); a la falta de cohesión en el banquillo por los traspasos (Gudjohnsen, Duff, Del Horno, Glen Johnson, Carlton Cole...); a la tendencia ‘galáctica’ en los fichajes (Shevchenko, Ballack) o a su excesiva juventud (Kalou, Obi Mikel). Incluso a cierto agotamiento del ‘modelo Mourinho’, de una exigencia extrema, siempre con el látigo en la mano y la polémica en la boca. Por alguna de estas razones o por la suma de todas ellas o por alguna más que obviamos, lo cierto es que el Chelsea ha cuajado una pretemporada grisácea y un inicio de Premier indigna del historial de Mourinho. ¿Y qué? El Chelsea puede ponerse las pilas en cualquier momento. Quizás ahora mismo a la vista de la derrota frente al Boro y al sorteo de la Champions, ya haya cargado esas pilas y todo cambie en pocos días. Que nadie menosprecie al Chelsea. Quizás ha empezado mal, pero su plantilla es fantástica y hasta que no se demuestre lo contrario continuará siendo uno de los favoritos para estar en la final de Atenas.
Por dicha razón, el partido clave para el Barça es el que jugará en Bremen el 27 de septiembre ante el Werder. Ya jugó allí hace un año. No fue un brillante partido, pero Rijkaard salió victorioso y encarriló el grupo. Un triunfo frente al equipo de Miroslav Klose supondría ahora medio billete para los octavos de final. Así que ya saben qué día, a qué hora y contra quién se la juega de verdad el Barça. Aunque eso nunca tendrá el morbo de volver a Stamford Bridge. A menos que Mourinho cave su propia fosa dentro de dos semanas creyendo que la visita del Werder Bremen a Londres es pan comido. Puede llevarse una sorpresa gorda.
Fotos: Getty.