sábado, febrero 10, 2007

El Milan instala tornos para sus 40.000 abonados en 24 horas


A estas horas, una comisión de vigilancia inspecciona si la instalación de 28 tornos en el perímetro exterior de San Siro es suficiente para que el Milan-Livorno de mañana se dispute a puerta abierta, restringido a los 37.297 abonados que posee el equipo milanista. Durante 36 frenéticas horas, el club rossonero ha movilizado un elevado número de empleados de la construcción para hacer efectiva la instalación de dichos tornos de entrada, dotados con lectores ópticos que permitan la identificación automática de los abonados. Si ha tenido éxito en el intento, el Milan habrá evitado disputar sus próximos partidos a puerta cerrada y eso puede incluir también su enfrentamiento de Champions contra el Celtic. Junto al Milan ha aparecido también el Inter, igualmente interesado en la operación (Ginebra es la alternativa para su partido contra el Valencia), y el propio ayuntamiento milanés, propietario de San Siro. Con esta medida, el Milan pretende evitar una potencial petición de retorno de los importes pagados por sus abonados, pero sobre todo busca el apoyo de su afición en partidos decisivos para aspirar a conquistar una plaza para la próxima Champions.

Durante mucho tiempo, el Milan (y con él, la mayoría de clubes italianos) se ha negado a cumplir la legislación italiana aprobada en 2005 por el ministro Pisanu tras los graves incidentes de un Roma-Lazio. Dicha ley pretende adaptar los estadios a la realidad actual mediante la instalación de tornos, cámaras de vídeo de vigilancia y demás infraestructuras de apoyo a los cuerpos policiales más las entradas nominales, el veto a los hinchas con antecedentes y la suspensión inmediata de partidos cuando en las gradas se produzcan acciones violentas. Un buen decreto. Cuando se aprobó la ley Pisanu, el primer ministro italiano era Silvio Berlusconi, a su vez propietario del Milan, dirigido por Adriano Galliani, a su vez presidente de la Liga de Fútbol Profesional. Berlusconi poseía en ese momento el monopolio televisivo en Italia, con las tres cadenas propiedad de su empresa (Mediaset) más las tres públicas de la Rai a las que aplicó una coraza de manipulación pocas veces vista. Es decir, Berlusconi tenía todo el poder: el del gobierno, el del fútbol y el de los medios. Podía hacer (e hizo en muchos ámbitos) lo que quisiera. Pero en lo referente a las medidas de seguridad en el fútbol apostó por hacer la vista gorda.

Aceptó una prórroga gigantesca a la ley Pisanu y miró hacia otro lado cuando los desmanes prosiguieron. Daba igual que se lanzara una motocicleta dentro de San Siro, que hubiera muertos alrededor del fútbol de modo sistemático o que los ultras romanos lograran detener partidos. Berlusconi aplicó la mano blanda porque desde su populismo descarado creyó que le beneficiaría. Y ahora, en cuanto se ha aplicado la mano dura y le ha visto las orejas al lobo, se ha puesto las pilas. En un día ha implantado lo que racaneó durante años. Justamente el mismo día en que la policía ha capturado un arsenal de armas blancas, bengalas, petardos y manual de comportamiento de los ultras del Napoli.

Referencias
- A punto el sí
- Cualquier esfuerzo

Fotos: La Repubblica - Reuters.