Falta un mes para el Chelsea-Barça y la situación coyuntural es que Mourinho cuenta con Makelele, Lampard, Gudjohnsen y Maniche para cubrir las tres plazas del centro del campo, mientras que Rijkaard, a día de hoy, posee a Deco, Edmilson, Iniesta y Gabri. La comparación es desfavorable para el Barça. Ya sé que se trata de una circunstancia puntual que se corregirá por sí sola en cuanto Van Bommel cure sus cervicales, pero advertí hace ocho días que algo así podía suceder si Márquez (el segundo jugador más frágil tras Motta), Van Bommel (el tercero) o Edmilson sufrían un percance. El percance ha ocurrido y por fortuna es leve, pero en Copa ante el Zaragoza es probable una medular Edmilson, Iniesta, Gabri, centro del campo que cuando menos merece el calificativo de “provisional”. Más aún: detrás de los titulares, Mourinho puede tirar de Lassana Diarra, Joe Cole, Damien Duff o incluso de Geremi. Rijkaard tendría que conformarse, como última alternativa, con subir a Gio, a menos que quisiera desmantelar la defensa y adelantar a Márquez.
Saco este asunto de nuevo porque creo que hay que reconocer que Mourinho le ha ganado la partida a Rijkaard en la gestión de los recursos. El fútbol moderno no sólo exige plantillas amplias y equilibradas, sino también buena cintura ante las dificultades. El primer año, Rijkaard la demostró con el acertadísimo fichaje de Davids, que revolucionó el equipo. El segundo también mostró capacidad de reacción, aunque no acertó en las contrataciones, pues ni Albertini ni Maxi López aportaron mejoras ni beneficio al equipo. Ahora, sin embargo, Rijkaard se ha quedado quieto viendo como sus centrocampistas van cayendo: Xavi primero; Van Bommel más tarde; Motta casi siempre; Deco en alguna ocasión; Márquez de vez en cuando; Van Bommel de nuevo...
Mourinho se equivocó gravemente el pasado verano cuando se desprendió de seis de los 11 centrocampistas que poseía. Algunos de ellos, grandes futbolistas: Tiago, Smertin, Scott Parker, Jarosik, Verón... Pero ha sabido reaccionar con la contratación de Maniche, que ha regresado en buena forma tras su desastrosa estancia moscovita. Rijkaard, sin embargo, ni ha insinuado la posibilidad de un refuerzo para su zona más castigada. Sé sobradamente que no sólo existe el centro del campo y que el peso de Ronaldinho, Etoo y Messi en el Barça es intimidador para cualquiera y desequilibrante, pero no creo que ello deba servir como excusa para descuidar los puntos débiles que uno sufre. El tiempo dirá si Rijkaard ha acertado, pero es indudable que se ha quedado quieto y no ha querido reforzarse. Quizás tiene razón.