Que el Madrid se recupere es una buena noticia para la Liga. No creo que sea interesante que un campeonato esté sentenciado justo cuando anda por la mitad. Eso parece suceder ahora mismo en Inglaterra, Francia, Italia y España, donde todo el mundo da, con razón, por sentenciadas las ligas. El Chelsea le lleva 16 puntos al Manchester United (aunque pueden ser “sólo” 11 al Liverpool). El Olympique de Lyon aventaja en 14 al Burdeos. Tras el KO del Milan en campo de la Roma (1-0), la Juve le saca 10 puntos al Inter y 12 al Milan. Y aquí, el Barça distancia en 10 al Valencia y en 13 al Madrid, aunque sólo en siete a Osasuna, que posee otros objetivos distintos a la lucha por el título. Las cuatro ligas, por tanto, andan sentenciadas salvo cataclismo improbable dado el nivel futbolístico que atesoran los cuatro líderes. Son cuatro auténticas “máquinas” de jugar y poseen todas las virtudes de los grandes colectivos.
Pero incluso así es bueno que el Madrid se reanime. Especialmente para el Barça, que hasta ahora ha vivido un paseo militar, sin más rival que él mismo y sus errores. La defensa barcelonista es tan frágil y comete tantos disloques que eso aporta elevadas dosis de emoción a los partidos. Sin esa “locura” compulsiva que parece aquejar a Puyol y compañía (Gio es el auténtico campeón, casi siempre descolocado), los enfrentamientos del Barça resultarían planos y desapasionados, vista la voracidad de sus tres delanteros (2,5 goles por partido). Si ahora el Madrid empieza a remontar posiciones, es posible que Rijkaard sienta cierto cosquilleo y deba afinar sus planteamientos tácticos. Ya sería hora de reírse un poco menos en los entrenamientos y poner más orden en una defensa poco acorde con el juego del conjunto, no en vano es la más goleada de las cuatro que encabezan las ligas europeas citadas. Rijkaard tiene un mes para resolverlo, pues ahí enfrente espera el Chelsea de Mourinho, que no se anda con tonterías ni va a perdonar las calamidades de los laterales barcelonistas y el descontrol de sus centrales.
Si finalmente se recupera, el Madrid podrá pelear seriamente por el título de Copa y afrontar con coraje al Arsenal de Henry. De momento, su resurrección se basa en el coraje de Zidane, que ya no tiene un físico para muchos trotes, pero mantiene una técnica prodigiosa y disfruta por detrás del delantero centro; en la velocidad de Cicinho y Robinho, en el buen toque de Guti, los centros de Beckham desde la banda derecha en la que se forjó y en el espíritu de Sergio Ramos, aparte las manos siempre mágicas de Casillas. López Caro ha aportado sentido común y sudor, más una posición coherente de los jugadores sobre el césped. A ratos, el Madrid vuelve a jugar al ataque y gustándose, mimando el balón y buscando el gol. A ratos regresa al diabólico “catenaccio” de Luxemburgo y entonces todo el andamiaje se viene abajo. Veremos en las próximas semanas si se impone el espíritu de López Caro o los viejos demonios atávicos. Pero empieza a salir de las catacumbas.