El Barça ha superado la prueba más difícil de la temporada hasta el momento: la de mirarse demasiado al espejo. El narcisismo que ha rodeado al equipo en las últimas semanas ha sido de tal magnitud que lo más previsible era un cataclismo inesperado en cualquier momento. En los ambientes bursátiles, a este efecto se le denomina "sentimiento contrario": cuando los que apuestan por una subida de la bolsa son inmensa mayoría, entonces cae. Y viceversa. En fútbol pasa algo similar: cuando un equipo se gusta tanto que pasa más tiempo recibiendo premios, posando para los fotógrafos y coleccionando elogios que dedicado a la farragosa tarea de la preparación, entonces cae.
No ha sido así gracias a dos instantes fugaces y relampagueantes. Han bastado un paradón de Valdés, dos destellos de Ronaldinho, un giro panorámico de Iniesta y otros dos zarpazos de Etoo (17 goles en Liga, 51 en 16 meses como barcelonista), a quien tanto se añorará dentro de poco, cuando se marche a la Copa de África. Fútbol de plomo en el Barça, que parece tener la cabeza sólo en el Chelsea y las piernas agotadas por tanto premio. Me temo que no volveremos a ver la verdadera dimensión de este equipo hasta que pase la gran batalla con los de Lampard. Pero es tanta la distancia con el resto de clubes españoles que Rijkaard sigue incrementando la leyenda y el récord (13 partidos seguidos ya). Aunque para bajar el narcisismo y la euforia deberíamos recordar que a estas mismas alturas de campeonato, hace un año, este mismo Barça había ganado un partido liguero más y empatado uno menos (sumaba dos puntos más). No olvidemos que la Liga, contra lo que pueda parecer, aún no está decidida.
Referencias
- Etoo ha marcado a todos los equipos españoles
- Lluvia de elogios en Argentina
P. D.: Por cierto, la pastilla que tomó Puyol sobre el césped en el minuto 55, ¿era para el dolor de muelas?