
Lucía fuerte el sol sobre Londres el viernes por la mañana cuando José Mourinho reunió a toda su plantilla en los campos de entrenamiento del Chelsea. Habían transcurrido 48 horas desde la eliminación de Champions en Anfield y los jugadores habían disfrutado de dos días completos de recuperación. Los dos capitanes, John Terry y Frank Lampard, ambos en negociaciones con el club para renovar sus contratos, se reunieron un buen rato a solas con Mourinho antes de reencontrarse con sus compañeros.
El técnico portugués fue claro: los planes para la próxima temporada, les dijo, están colgados en el tablón de anuncios del vestuario. Hora y media más tarde lo explicó a Chelsea TV: “He intentado expresarles mi visión del futuro y la visión de la próxima temporada”. Después, un equipo disminuido por las lesiones perdió la liga en campo del Arsenal, Mourinho se abrazó con los capitanes, enardeció a sus aficionados y proclamó: “El miércoles le haremos el pasillo de honor al Manchester. (Pero) la próxima temporada estaremos preparados (...) el 9 de Julio empezaremos de nuevo”.
Podemos creer que sólo se trata de un pulso de Mourinho a Abramovich para forzar un despido millonario. Pero también podemos creerle cuando asegura que será él quien dirija al Chelsea la próxima temporada: “Los planes de la pretemporada están colgados en el vestuario para que los jugadores vayan estudiándolos”. A diez días de jugarse la Cup frente al ManU, toca dar mensajes de estabilidad por razones obvias, máxime teniendo en cuenta las definitivas bajas de Ballack y Shevchenko (que será operado finalmente el jueves) y la probable de Carvalho.
¿Y Capello, Quique y Koeman? Entrenadores que por una razón u otra han acumulado agravios (o los han estimulado en sus directivos) y que podrían abandonar el Madrid, Valencia y PSV, pero también continuar. ¿Y si todo siguiera igual el próximo curso? Parece improbable, pero no es imposible.Fotos: Empics - AFP - Liverpool FC.com - AP.