viernes, mayo 04, 2007

El campeón podrá defenderse


El Sevilla es el primer campeón que podrá defender su título de Copa UEFA desde hace veintiún años, cuando el Madrid de Hugo Sánchez venció al Colonia y levantó el trofeo por segunda temporada consecutiva. No sólo eso. Únicamente el Milan ha logrado alcanzar dos finales seguidas de esta competición (1997 y 1998) en las dos décadas transcurridas. Así que mérito grande para un equipo que agonizó en Donetz y sufrió en Londres, pero ha tenido una semifinal relativamente (2-0) cómoda ante un Osasuna voluntariamente encerrado atrás hasta que ha tenido que ir a por el partido, algo para lo que mentalmente no parecía preparado. Han sido dos semifinales más mentales que futbolísticas. Casi todo se ha jugado en el cerebro de los protagonistas. Pero no todo.

El Espanyol ha peleado sobre todo contra sus fantasmas porque a los cuatro minutos ya ha encajado un primer gol que parecía premonitorio, despertador de todos los demonios. Ha salido agarrotado, encogido y tembloroso, como cabía prever en ese Weserstadion hirviente. El 3-0 de la ida parecía ser una losa para quien llevaba ventaja más que para quien debía remontarla. Incluso Valverde le ha hecho un guiño al Clemente que le dirigió en Leverkusen y ha planteado un partido de altos hornos, fundición metalúrgica. Tenía su lógica, dado el diferencial en el marcador, pero ha sido extremo, mitad por la presión alemana, mitad por el miedo en el cuerpo perico.

El puño de Gorka, las cabezas de Jarque y Torrejón, el barrido raso de Ito y Zabaleta y poco más. De acuerdo, faltaban Moisés y el talento de De la Peña y bastaba con amarrar y pasar los minutos, pero ha sido un partido áspero, constantemente roto, sin apenas juego efectivo, donde sólo Diego ha encendido la luz mientras un montón de rivales intentaban que el partido se disputara a oscuras y el Werder se empantaba en su propia impotencia.

No ha tenido la épica de Lisboa porque el partido ha sido una interrupción permanente, en especial desde la expulsión, inhabitual, de Klose por doble amarilla (codazo y piscinazo). En esas condiciones, el Werder ha persistido cincuenta minutos, pero se ha deshecho como azucarillo a la primera que ha dispuesto Coro, con Riera controlando los momentos para sentenciar. Luego, el partido ha muerto con la certificación de Lacruz (1-2) y el Espanyol ya se ha ido mentalmente a Glasgow, donde volverá a ser el Espanyol supercompetitivo de las finales. Más serio de lo que aparenta: catorce partidos seguidos invictos en esta Copa.



Allí estarán los de Juande, que han jugado su habitual partido de esta temporada. Bien seguros atrás, con Poulsen barriendo a lo ancho y sirviendo a lo largo, la hiperactividad de sus brasileños, Alves correcaminos, el intervencionismo preciso de Kanouté y las llegadas de la segunda línea. Osasuna se ha plantado a amarrar. Dos líneas muy pobladas y espíritu de resistencia. Pero su ventaja no era la del Espanyol, ni ha tenido la fortaleza mental para reponerse del gol de Luis Fabiano que cambiaba todo. Dejó escapar al Sevilla en el Reyno y no ha podido atarle corto en el Sánchez Pizjuán cuando los locales han desplegado es
e fútbol integral que les hace irresistibles.

Este Sevilla tiene numerosas virtudes, todas ellas enumeradas sobradamente aquí, pero querría referirme sobre todo a su cabeza. Este equipo no sólo tiene piernas de campeón: tiene cabeza de campeón. Cree en sí mismo, igual en la adversidad que en los días felices. Al remontar o al resistir. Sus futbolistas juegan un peldaño por encima, el que les da su estado anímico. Ahí no sólo hay talento, energía, cohesión, ductilidad y buena dirección. Hay una gran fuerza psicológica, que no necesita para nada la vuelta de tuerca de los recogepelotas, ese nuevo despropósito que está arreciando en tantos campos.



Fotos: AP - Getty - EFE - AFP.