viernes, marzo 10, 2006

¿El rival más débil? No, mejor que sea el Milan


La primera reacción de cualquier aficionado es demandar que el sorteo depare la fortuna de un rival fácil para su equipo. Sobre todo si hablamos de un sorteo de cuartos de Champions como el de hoy. Es una reacción primaria y comprensible: contra mi equipo, el más fácil. Pero si lo pensamos detenidamente, el fútbol es algo más complejo que esa reacción impulsiva. Tiene rincones poco explorados que a veces provocan grandes sorpresas. Por ejemplo, que no siempre el rival más sencillo es el mejor para nuestro equipo.

Pensemos un momento en la Juve. Cualquier aficionado turinés estará deseando que el bombo le empareje con el Vila-real, el conjunto más débil de cuartos si nos atenemos a su currículo o incluso a sus dificultades para deshacerse del discreto Rangers. Pero, ¿de verdad el Vila-real sería un equipo fácil para la Juve? Pensemos. La Juve tiene un centro del campo fantástico: Vieira, Emerson, Camoranesi, Nedved. Y dos delanteros de fábula (Trezeguet e Ibrahimovic, más Del Piero en la recámara). Todo eso es cierto y temible. Pero también conocemos a Riquelme y sus memorables caracoleos con el balón mientras le rodea una telaraña de rivales. Su capacidad para inventar fútbol en un centímetro cuadrado, para esconder la pelota, para generar ocasiones a partir de la nada. O la fortaleza de Marcos Senna como mediocentro. Y la rotundidad de la defensa dirigida por Gonzalo Rodríguez. En los seis partidos de la liguilla encajó un único gol pese a enfrentarse al Benfica (hoy, un ‘coco’ porque ha eliminado al Liverpool), al Manchester United y al Lille. El Vila-real no perdió ni un partido. Empató en Old Trafford y en Lille y venció en Lisboa, en noche mítica. Pocas defensas pueden presumir de haber dejado a cero a Rooney, Van Nistelrooy y Cristiano Ronaldo tras 180 minutos y también a Simao y Nuno Gomes. Por todo ello, ¿de verdad es una perita en dulce el equipo de Riquelme para la poderosa Juve? ¿Podrá compararse la frialdad del vacío Delle Alpi con el horno ardiente del Madrigal?

Y para el Barça. ¿El rival más débil? No. Ni hablar. Si acaso, uno de los más fuertes. ¿Por qué? Porque el Barça actual es un equipo tremendamente emocional (aunque ya ha demostrado que también sabe ser frío). Es un equipo que se alimenta de pasión. Basta ver a Ronaldinho abrazando a sus compañeros antes de cada partido. A Rijkaard consolando a Messi por su lesión. A todos apoyándose en las derrotas y exultando felicidad colectiva en las victorias. El Barça suda emoción. Por eso necesita grandes retos, grandes pasiones. No le van los equipos pequeños, sino los gigantes. Su peor prestación en la liguilla fue en campo del Panathinaikos, adonde acudió tras haber vapuleado al Werder en Bremen y machacado al Udinese en el Camp Nou. Fue un partido al que se llegó con gran ventaja de puntos, sin tensión ni pasión. Tibios. Resultado, empate a nada. Si lo prefieren, recordamos el año anterior: partidos fantásticos contra el Milan y el Celtic, negación absoluta en Donetz contra el Shaktar cuando todo el pescado estaba vendido.

El Barça de Ronaldinho necesita fuego y no hielo. Es un equipo que se crece cuando juega contra sus pares. En Liga, cuando enfrente están el Madrid, el Depor, el Valencia. En Champions, cuando el rival pertenece al ‘gotha’ europeo. Es una cuestión emocional, de piel, de sentimiento. También de miedo (por cierto, os recomiendo el post “Las hormonas del miedo” que Loles ha publicado en su blog). Cuando se enfrenta a un dragón aparece lo mejor de este colectivo. Por todo ello, pensándolo bien, lo mejor que le podría suceder al Barça en el sorteo de hoy –contra toda encuesta popular, por supuesto- sería un emparejamiento apasionante contra un gigante: la Juve por ejemplo. Pero incluso mejor el Milan de Pirlo, Kaká y Shevchenko.

Vídeo: Los tres golazos de Fred (Olympique), Kaká (Milan) y Simao (Benfica) en Champions. (Gentileza de Fútbol Arte.com).



Fotos Champions: Shevchenko (AP); Riquelme (AP); Messi y Rijkaard (EFE); celebración por el gol de Ronaldinho (EFE).

Referencias
- Las hormonas del miedo