La pretemporada del Barça, concluida
con la goleada liguera al Villarreal, deja algunas lecciones de la nueva
evolución táctica que vive el equipo de Guardiola, varias acciones,
movimientos, figuras y dibujos que ya podemos considerar como una auténtica
actualización de su sistema operativo y retratan el Barça 3.0. La primera de
estas nuevas figuras es la que denominamos ‘doble Messi’, es decir, la
duplicación del ámbito de actuación del fenómeno argentino a través de su
‘hermano de sangre’ Cesc Fàbregas.
Hasta tal punto ha sido visible la
potencia de esta figura que Raúl Llimós no dudó en definirla como ‘el 18’ por
lo que significa de sumatorio de fuerzas entre dos 9. Dos falsos 9. La figura
del falso 9 es muy conocida por los lectores y también su recorrido histórico:
nació con el húngaro Hidegkuti en los 50, fue interpretado en ocasiones por el
gran Di Stéfano, lo empleó Rinus Michels en 1974 destinando para ese rol nada
menos que a Johan Cruyff (aunque de
forma esporádica) y alcanzó su plenitud con Laudrup en el Dream Team.
Resucitado en 2009 por Guardiola en el cuerpo de Messi, se ha establecido como
‘patrón oro’ del juego del Barça, la vara de medir el estado de las cosas. El
cambio introducido estas últimas semanas por Guardiola significa multiplicar
por dos dicha medida al ubicar al gemelo Fàbregas junto al genuino Messi.
En muchas ocasiones se ha especulado
sobre quién podría sustituir a Messi como falso 9 en caso de necesidad y, al
margen de que el argentino posea un nivel inigualable, los candidatos siempre
fueron Pedro (jugó ahí de forma extraordinaria ante Alemania en el Mundial) e
Iniesta, el otro maestro de la conducción zigzagueante. Con la llegada de Cesc
llegó también un tercer posible sustituto del falso 9, pues la polivalencia del
jugador catalán es tan notable que puede jugar en cualquier posición de
mediocampo desde el 4 hasta el 10.
Lo que nadie esperaba es que Guardiola
diseñara esa figura del “doble Messi” a la que Cesc se ha amoldado como si
fuera el propio Leo. La compenetración de ambos les hace interpretar dicho
papel de dos maneras diferentes: en paralelo o en sentido opuesto. En paralelo,
ambos se plantan en la zona de gracia y, sin mediar explicaciones, uno asiste y
el otro remata. Da igual quién hace qué. Hasta el momento, asiste más Messi y
remata más Fàbregas, pero el orden se invertirá en cualquier momento. También
actúan en sentido opuesto: en esa modalidad, uno de ellos va arriba y el otro
abajo. Messi acostumbra a hacerlo a su ritmo trotón hasta que decide esprintar
y Cesc lo hace a un ritmo muy veloz, impregnado como está de la efervescencia
Premier. En ambas modalidades, el “doble Messi” ha sido una figura innovadora y
letal por duplicado.