De vez en cuando se piden voluntarios para una misión complicada y el primero en dar el paso adelante siempre es Sergio Busquets. No importa si se trata de perder las vacaciones para sostener a la selección Sub 21, si es para cubrir la ausencia de los dos centrales titulares del Barça o para encajar todos los golpes de la crítica en el Mundial. El primer bombero en llegar al incendio es Busquets, quizás porque lleva incrustada en el alma esa vocación de voluntario, del mismo modo que es el primero en dar un paso al frente en cuanto su equipo pierde un balón. Mientras el resto de mediocentros del mundo entero reculan hacia atrás, Busquets interpreta el papel contrario: cuando se extravía un balón, él se adelanta a recuperarlo. A veces, esta vocación le conduce a errar como en el gol de Rooney en la final de Champions y no faltan tertulianos y aficionados que le dan más valor a ese movimiento erróneo que a mil acertados. Él lo encaja sin chistar.
Cuando llegó al Barça procedente del Jábac, Busquets era delantero centro. Si hoy es lo que es, el mediocentro más precoz y prodigioso del planeta fútbol, es gracias a sus capacidades cognitivas, que le permitieron aprender el oficio del 4 en el Barça B cuando Guardiola le impartió las oportunas clases. Esas mismas capacidades le permitirán ser un gran defensa central si se empeña en ello y el entrenador lo decide. Su inteligencia futbolística es muy superior a sus deficiencias como esa falta de velocidad tan similar a la que padece Piqué, que no ha impedido a éste convertirse en un central gigantesco. Busquets también lo será si hace falta. Pero no lo conseguirá en tres partidos, sino con tiempo y aprendizaje, aunque insisto en que no sé si será necesario que deba protagonizar semejante transición. De momento juega de central por la emergencia sufrida: la doble lesión de Puyol y Piqué más el titubeante inicio que padeció Abidal y la lenta maduración de Fontàs. Ni siquiera hizo falta que Guardiola pidiera voluntarios: antes de abrir la boca, Busquets ya se había cambiado de camiseta y formaba por delante de Valdés. Mucha gente se ha puesto nerviosa con eso y con dos empates seguidos, sacando de la mochila los viejos tópicos del barcelonismo que nunca desaparecen si no se desea comprender a qué juega este equipo con Guardiola.
Pronto todo volverá a su sitio y Busquets colgará el casco de bombero y se vestirá de llave de paso del agua. Porque Sergio no solo es ancla y vela del equipo, pues divide el balón y genera los espacios, sino que con sus decisiones ordena el fluido blaugrana. El 'Barça líquido' circula por las tuberías que abre este rey de la finta y la visión periférica, un futbolista que juega de perfil para facilitarle la vida a sus compañeros.