Futbolistas sudorosos jadean tras correr varios kilómetros. Otros compañeros sufren levantando barras metálicas. Algunos más realizan sprints violentos bajo la mirada atenta de entrenadores cronómetro en mano. Es la pretemporada. La hora de los disparates. Una etapa que marca diferencias entre quienes dominan el arte de mejorar progresivamente la condición física de los jugadores y quienes se limitan a entrenarles del mismo modo que ellos fueron entrenados cuando eran futbolistas en activo. Los primeros conseguirán grandes rendimientos; los segundos, encabezar el ranking de bajas.
¿Por qué existe esta diferencia? Básicamente porque hay mucho entrenador que aplica métodos de preparación que no concuerdan con las necesidades del fútbol ni la realidad física de sus jugadores. Pondré tres ejemplos: tras seis semanas de vacaciones, el primer entrenamiento de un equipo galés de primer nivel fue... un test de velocidad. Su delantero centro se rompió los isquiotibiales. Segundo ejemplo: el Ajax de Frank de Boer ha arrancado programando cargas de entrenamiento muy fuertes. Como resultado, Jan Vertonghen y Siem de Jong ya se han lesionado para dos-tres semanas. Tercer ejemplo: después de cinco días consecutivos corriendo montaña arriba y montaña abajo, a Connor Ripley le dictaron la siguiente sesión de carreras cronometradas: 800 metros - 600 - 400 - 200 / 200 - 400 - 600 - 800 m. Es decir, una pirámide invertida de series. ¿Dónde está el problema? Principalmente, en que Connor Ripley es el... ¡guardameta del Middlesbroguh! ¿Qué hace un portero con semejante entrenamiento, salvo agotarse física y mentalmente?
Pongo estos tres ejemplos para explicar que, muchas veces, en vez de ayudar, los preparadores físicos perjudican a sus futbolistas. En un deporte en el que se efectúan 150 aceleraciones cortas en 90 minutos, ¿qué sentido tiene la carrera continua durante una hora? Para un guardameta que necesita reflejos, potencia e intensidad, ¿qué lógica poseen las series de 800 metros? Todo ello es fruto de dos problemas: el desconocimiento y la pereza. Desconocimiento porque hay mucho preparador que no hace más que aplicar entrenamientos de otros deportes, como si fuesen calcos. Pereza porque se mantienen métodos de trabajo por simple tradición: ya que a mi me entrenaron así, les haré entrenar igual.
No puede sorprender que equipos holandeses que han dedicado la pretemporada a la carrera continua por la montaña acumulen lesionados, ni que la mayoría de clubes de la Premier sufran de 6 a 10 lesiones entre septiembre y noviembre como promedio. Tenemos casos opuestos, por fortuna: Carlos Corberán en el Villarreal, Rui Faría en el Madrid, Seirul.lo y Buenaventura en el Barça... Gente que sabe de esto.
- Publicado en Sport (19-VII-2011)
- Publicado en Sport (19-VII-2011)