Sergi Roberto y Gerard Deulofeu. 19 años el primero; 17 el segundo. Dos símbolos. Sergi Roberto en el Bernabéu para las semifinales de Champions. Gerard Deulofeu, a Anoeta en un partido que puede cerrar el título de Liga. Guardiola ha decidido combinar la competitividad máxima de su plantilla profesional con la exhibición pública del catálogo más selecto de perlas que crecen en La Masia. No es casual que ellos dos hayan sido elegidos, ni que lo sean en estos momentos decisivos del curso. La apuesta de Guardiola por la cantera es rotunda e irreversible. Hasta este momento, once jugadores del Barça B han debutado con el primer equipo a lo largo de la temporada y no precisamente en circunstancias cómodas y dulces, sino en momentos de importancia: Miño, Montoya, Bartra, Fontàs, Sergi Gómez, Oriol Romeu, Jonathan dos Santos, Thiago, Sergi Roberto, Víctor Vázquez y Nolito han tenido una participación que va mucho más allá del “efecto imagen”. Oier y el juvenil Deulofeu elevan a trece el número de convocados.
Esto es bastante más que maquillaje. Es una apuesta definitiva y coherente con la decisión estructural de construir el futuro a partir de la cantera. El futuro del club se cuece a fuego lento en el horno de La Masia. La apuesta no es sencilla ni barata. Hace falta tiempo, paciencia, maestros sabios, una hoja de ruta clara, voluntad firme y 16 millones de euros cada año. Condiciones exigentes e inauditas para estos tiempos que corren, donde la prisa y el resultado inmediato son las únicas varas de medir. Apostar por la siembra lenta y el crecimiento pausado es una decisión casi contracultural. El Barça está en ello, pero lo verdaderamente relevante es que está sabiendo combinarlo con el mestizaje de otras procedencias futbolísticas. Cuando decimos que existe un Idioma Barça y que lo idóneo es aprenderlo desde pequeños, podría parecer que eso invalida la presencia de jugadores que nunca vivieron en La Masia. Sin embargo, Abidal, Touré, Mascherano, Keita, Márquez o Alves desmienten una teoría que sí se dio en perfiles como Hleb, Martín Cáceres, Ibrahimovic, Chygrynskiy, Thuram o Zambrotta. La realidad es que a todo jugador foráneo le cuesta comprender el Idioma Barça y solo los tácticamente inteligentes (y dispuestos a “reaprender”, como dice Mascherano) alcanzan a integrarse en la maquinaria blaugrana.
Los hijos de La Masia lo tienen más fácil porque mamaron el idioma y sus recovecos desde muy pequeños. A cambio, su camino hasta el Camp Nou es terriblemente cruel a causa de la competencia interna. El mestizaje entre gente de la casa a los que se da oportunidades de forma continua y gente de fuera que aporta sangre fresca e innovación es la fórmula elegida. El éxito está en la mezcla.