Mourinho tuvo éxito con su plan. Ese plan ha recibido muchas críticas, pero no puede obviarse lo esencial: obtuvo el éxito planificado. El plan era jugar encerrado atrás para enjaular al rival y someterlo con zarpazos puntuales, directos y contundentes. El objetivo consistía en no perder. En no volver a perder. Y, sobre todo, en no ser derrotado nuevamente de forma abultada. El 5-0 de noviembre no se puede obviar cuando se trata de contextualizar lo ocurrido sobre el reseco césped del Bernabéu.
Mourinho es un hombre leído, que conoce las historias del fútbol reciente. Sabe que Fabio Capello ganó una Liga hace bien poco con esta misma filosofía, pero también sabe que fue despedido de forma fulminante. De manera oficial, porque el estilo de juego que sirvió para conquistar el campeonato estaba muy alejado de «la excelencia» que exige la afición madridista. No es opinión; es información. Lo dijo así el propio presidente del Real Madrid y este criterio fue aplaudido por decenas de miles de aficionados blancos. A Capello no le echaron los resultados, sino su idea futbolística, incompatible -se dijo entonces- con el Madrid de Michel y Butragueño, de Raúl y Laudrup, de Redondo y Zidane. «La vaca, al pasto», sentenció Di Stéfano en cierta ocasión, reclamando que el balón bajase al césped y se deslizara por él. ¿Qué habrá pensado el presidente de honor del plan de Mourinho? ¿Se habrá identificado con ese juego de pelotazo largo? ¿Le habrá gustado el Inter de Madrid?
La afición merengue ha cambiado de opinión y lo que en Capello fue motivo de despido es ahora, en Mourinho, causa de beatificación. Hoy se argumenta que no hay estilos más legítimos que otros y que cualquier sistema de juego es válido. Estoy de acuerdo. El pensamiento único es pésimo, incluso en el fútbol. El Barça juega según su idea y no existe ninguna obligación de que los rivales lo hagan de modo similar. El Madrid, con ser uno de los equipos más grandes del momento, tiene perfecto derecho a plantear los partidos como mejor le convenga. A eso se le llama pragmatismo, y acostumbra a dar buenos resultados.
La cuestión no estriba en la indudable legitimidad del plan, sino en el legado. El madridismo abuchea a su prensa porque critica a Mourinho y entroniza a Mourinho porque le cree valiente en las conferencias de prensa y pragmático sobre el césped. No parece haber demasiado interés por reflexionar sobre el legado futbolístico que dejará el técnico portugués cuando se vaya. En cualquier caso, él se siente reforzado en su plan del sábado y, muy probablemente, le veremos insistir en la Copa. Jaula, trivote, Pepe de mediocentro: Capello en estado puro. De un técnico listo, culto y documentado como Mourinho esperaba algo más que la búsqueda desesperada de un resultado.
- Publicado en El Periódico (18-IV-2011)
* A estas horas, ya sabemos lo que opina al respecto don Alfredo Di Stéfano.
* A estas horas, ya sabemos lo que opina al respecto don Alfredo Di Stéfano.