De repente, media España futbolística ha encontrado la respuesta al por qué Guardiola sonríe pese al minimalismo numérico de su plantilla. ¿Es un inconsciente? ¿Un suicida? ¿Acaso un insensato? No, Guardiola sonríe porque la respuesta está en el ‘B’. Sólo tiene 19 jugadores a su disposición, pero sabe que dando una voz Luis Enrique puede prestarle 19 más. Claro, no tienen la misma categoría ni casi la edad para afeitarse, pero conocen los fundamentos con la misma capacidad memorística que sus mayores. Son esos imberbes del ‘B’ que dejaron boquiabiertos en la noche del domingo a cuantos, pantalla del Canal+ mediante, les vieron por primera vez.
A todos ellos les faltan uno o dos hervores, por supuesto, pero tienen grabado a fuego el mapa del tesoro blaugrana. Saben cómo hay que sacar el balón jugado desde atrás; qué papel juega el mediocentro defensivo; cómo debe ofrecerse el volante creativo; dónde han de ubicarse los laterales en ambas fases; cómo de ancho debe ser el campo en ataque. Los ejes básicos que desde hace veinte años se imparten en La Masia y han alcanzado la excelencia con Guardiola. Esos mandamientos se recitan a diario en la ciudad ceportiva Joan Gamper, en todos los equipos y edades, explicados por esforzados maestros que inoculan una filosofía futbolística especial, casi única en el mundo; forjando jugadores a partir de la idea y la palabra; corrigiéndoles a base de grabar en vídeo todos los ejercicios de todos los entrenamientos, uno por uno, detalle a detalle. La que se viene haciendo desde hace veinte años es una obra de orfebrería aplicada al fútbol: la construcción artesanal de un modelo de juego desde el biberón con el propósito de alimentar todas las necesidades del primer equipo. Si Oriol Tort levantase la cabeza debería reconocer que jamás imaginó que su sueño se quedaba pequeño ante la realidad.
Las canteras bien trabajadas no terminan en el Barça, por más que ninguna de las demás posea el grado de perfección y, sobre todo, el sentido profundamente estratégico de la blaugrana. Pero las del Villarreal y Málaga, la del Atlético de Madrid, con Amorrortu excelente; la del Espanyol, la del Athletic, son grandes factorías de producción de futbolistas maravillosos. Cuando Del Bosque pidió en la Moncloa que los clubes españoles siguieran apostando por la cantera sabía lo que decía. Es una pena que el Madrid no posea esa vocación estratégica, pues materia prima le sobra. Yo he visto jugar en Valdebebas en el mismo equipo a Filipe Luis, Jurado, Borja Valero, De la Red, Granero, Javi García, Mata y Negredo. Demasiados buenos jugadores juntos y desaprovechados por su propio club. Más que en los fichajes, el error del Madrid está en el maltrato a su propia gente.