lunes, septiembre 20, 2010

La organización defensiva del Barça en el Calderón

El objetivo de Guardiola para no salir nuevamente derrotado del Calderón era único e indiscutible: impedir que el Atlético pudiera contragolpear. El Barça acostumbra a poner sobre el campo su concepto de juego y busca imponerlo sea cual sea el rival o el escenario, pero la experiencia de partidos enloquecidos con el Atleti cabalgando sobre el error ajeno aconsejó a Guardiola alterar sus prioridades y priorizar el pragmatismo.

Para lograr su objetivo, Pep presentó una organización táctica modificada respecto de la habitual, fijando tres centrales durante los 90 minutos. Hasta ahora venía incrustando a Busquets entre los dos centrales a la hora de sacar el balón jugado. Estrenó dicha acción frente al Sporting en el Camp Nou en el debut de la Liga anterior, empleándola en la mayoría de partidos, probándola con Busquets al principio y aplicándola con Touré cuando ya estaba más rodada. La razón que generó esta novedad táctica se produjo en la final de Copa 2009 ante el Athletic, cuando los delanteros bilbaínos provocaron tal presión que los centrales barcelonistas (Piqué y Touré aquél día) tuvieron que abrirse casi hasta las esquinas para recibir, originando un gran vacío en el centro donde llegaba Busquets a recoger el balón. De aquél trance peliagudo surgió la variación táctica estrenada hace ya un año.

Pero hasta ayer se utilizaba sólo en el movimiento inicial del juego a partir de Valdés: Piqué y Puyol abiertos y Busquets sacando el balón, con los volantes esperando por dentro y los laterales por fuera. Para el partido del Calderón, Guardiola decidió reorganizar su estructura defensiva y tapar con tres centrales a Forlán y el Kun por lo que alineó a Busquets permanentemente entre Piqué y Puyol. Se cumplía así la misma idea en el inicio del juego, pero ganaba una opción en fase defensiva: para cuando el Atleti recuperaba balón la línea de tres centrales ya estaba fijada, con lo que la movilidad de los dos delanteros rojiblancos no generó el habitual desorden entre los barcelonistas. Los responsables de subir y bajar fueron ambos laterales y, por lo general, en paralelo y no de forma asimétrica como acostumbran. En salida de balón se colocaban más allá del centro del campo y pegados a la banda y en cuanto tocaba defender regresaban a sus puestos, componiendo una línea de cinco defensas.

Esto generó que el Barça jugara sin mediocentro de posición y con un  pseudo doble pivote compuesto por Xavi e Iniesta, encargados de recibir por dentro los balones que sacaban cualquiera de los tres centrales. Podríamos decir que el dibujo táctico era un 3-4-3, pero con muchos matices pues en fase defensiva la línea sumaba cinco hombres y en fase ofensiva también llegaba a acumular cinco hombres. El plan de Guardiola obtuvo una ayuda inesperada: la presión alta que ordenó Quique Sánchez Flores a raíz del gol inicial de Messi (Juan Carlos Crespo lo explica estupendamente aquí). El objetivo de Guardiola, por cierto, se cumplió con creces: no hubo contragolpes y el Atleti creó pocas ocasiones: sólo disparó cuatro veces a puerta.

Sin Busquets en la línea del centro del campo, la pareja Xavi-Iniesta podría haber naufragado de no haber contado con una doble aportación: la de los carrileros Alves-Maxwell por una parte y la de Pedro y Messi por otra. La movilidad de estos cuatro hombres significó superioridad blaugrana en la zona central pese a que pudiera parecer lo contrario. En este aspecto hay que destacar a Pedro. Destapado como goleador en las dos últimas temporadas su jugada más apreciada empezaba siempre pegado a la cal para irse en diagonal hacia dentro y disparar. Pero desde hace unos meses, Pedro ha mejorado tácticamente, lo que pudo verse con claridad en la semifinal del Mundial frente a Alemania. Ahora, Pedro es un hombre que se mueve entre líneas, se asocia como el mejor centrocampista, controla bien y juega al primer toque, virtudes que no poseía. Ahora ya no vive en la banda, sino entre líneas, asociándose con Xavi, Alves, Messi o Iniesta: prácticamente ya es uno de ellos. Ha dado un paso atrás, pero para ser más peligroso. Parece haber perdido gol y pisar menos área, pero aporta incluso más, pues ya no sólo es especialista en una zona sino en dos: el área y el centro del campo.

Un último factor a considerar: el Barça está en pretemporada. El viernes, los preparadores físicos aplicaron una carga fortísima al equipo, algo impropio en otro momento, un entrenamiento clásico de 10 de Agosto. Esto explica que haya jugadores con las piernas muy fatigadas.

¿Y el Atlético? Un gran equipo, más allá de opiniones raciales, de la aspereza de algunos momentos o la estrepitosa acción de Ujfalusi. De su portero sólo podemos decir que debería ser el próximo Casillas durante una década. Y de Reyes, reflejar que Quique ha hecho algo parecido a un milagro: hace un año el Calderón le insultaba a pleno pulmón y hoy es un ídolo con todas las de la ley. Un futbolista que parecía en decadencia y ha resurgido al nivel que le llevó hasta el Arsenal.

EN PERPETUA EVOLUCIÓN TÁCTICA (*)

Por cada victoria hay que pagar un precio. El de Messi se cifrará en varias semanas, un huevo de paloma en su tobillo derecho, mucha lágrima y bastante sudor con los recuperadores. Ha tenido suerte porque podría haber sido mucho peor. Es el sino de las grandes estrellas: Maradona abatido por Goikoetxea; Cristiano por Diawara; Messi por Ujfalusi. Siempre hay un cazador dispuesto, por lo civil o por lo criminal, a abatir piezas mayores. Precio alto para un Barça que acudía al cementerio donde acostumbra a enterrar sus ilusiones, el Calderón, una plaza que no se puede visitar con frac.

Acostumbrado a jugar vestido de esmoquin, al Barça no le gusta en exceso usar el mono azul. Va contra sus instintos. El cuerpo le pide tocar, combinar, acunar el balón, mecer al rival, dormirle de banda a banda y ejecutarlo con silenciador. Pero el Calderón es ruido por excelencia, pasión, griterío, exaltación pura, de ahí que Guardiola alterara el plan que le llevó a derrotas anteriores y se plantara sobre el césped sin miedo a la trinchera. Vuelta de tuerca táctica, con tres centrales y Xavi e Iniesta en el doble pivote para llevar el control, delanteros por dentro, bandas para los laterales. El resultado no ha sido un partido bello, de los que acostumbra este equipo estético, sabroso y hedonista, sino una pelea de hierro y furia, donde cada jugada desprendía azufre. Pero ha sido un gran tratado táctico, con variantes y permutas constantes; un partido a mostrar en la escuela de entrenadores por lo que tiene de organización defensiva y cómo impedir que un rival que apuesta por el contragolpe pueda realizar ni uno solo.

Cuanto más conocen los rivales a Guardiola más les desconcierta. Le estudian y aplican antídotos, pero por cada peldaño que escalan los perseguidores el técnico blaugrana sube otro más. En cada encuentro reinventa posiciones, aplica modificaciones que suenan leves pero alcanzan consistencia y estruendo. No todo lo que inventa tiene éxito, por descontado, pues hay novedades que aportan mejoras y a cambio perjudican otros aspectos. Pero resulta enriquecedor ver que el entrenador no se conforma con lo hecho y conquistado, ni se duerme en su estrategia, ni se encierra en la excusa de que los rivales ya te conocen, sino que persiste en buscar nuevos horizontes en la táctica futbolística, ahora que todo ya parecía inventado.

(*) Publicado en El Periódico de Catalunya (20-IX-2010)