Así que anotemos algunos detalles ya significativos para apenas cuatro jornadas: el primero, ese 3-5-2 que presentó el Barça en el Calderón, pero también el Barça B frente al Elche, con los dos laterales convertidos en carrileros de 80 metros: abajo para defender, al centro para apoyar, arriba para atacar. Una buena idea táctica que situó de modo permanente a Busquets (y Fontàs) como verdadero tercer central y dibujó un doble pivote en centro del campo, pero no el clásico de dos guerreros, sino el formado por Xavi-Iniesta (y Jonathan-Sergi Roberto), una delicia en la reinvención de los movimientos futbolísticos.
El segundo detalle de relieve me parece esa fractura voluntaria que por el momento está planificando Mourinho en el Madrid, con seis hombres siempre por detrás del balón y tres en el frente de ataque con voluntad de realizar siempre jugada individual mientras Özil se convierte en el pegamento que trata de unir ambas mitades. Propio de un equipo a medio hacer, tiene la ventaja de aprovechar la gran pegada y velocidad de los tres delanteros a cambio de un desgaste físico al que Özil no está acostumbrando y de apostar por el juego directo, lo que casa bien con las características del equipo pero le quita pausa y control al equipo. Esta es una ecuación peligrosa que Mourinho deberá resolver en Europa.
El tercer detalle táctico es que Villa funciona mejor de 11 que de 9, lo que ya conocíamos de la selección. Cuando Messi se alinea como delantero centro (aunque sea falso 9) realiza sus famosos ‘aclarados’ y abre unos espacios que son oro puro para que Villa (o Bojan si se tercia) penetren desde banda izquierda como cuchillo en mantequilla. Y dicho esto, perdonen que les haya hablado de fútbol.