Touré tardó dos semanas; Maxwell seis meses; Keita un año; Abidal dos temporadas. Es el peaje a pagar para adaptarse a otro estilo de fútbol, el que practica el Barça. En petit comité lo dijo Del Bosque en Madrid, durante la reunión de entrenadores europeos: “El Barça juega a otra cosa”. No dijo mejor, sino diferente. No sé si el Barça juega el mejor fútbol del mundo, entre otras razones porque el concepto “mejor” es totalmente opinable, pero es indiscutible que practica otro tipo de fútbol distinto al de la mayoría de equipos. Y por eso los jugadores que llegan de fuera necesitan un período inevitable de adaptación.
Villa, Adriano y Mascherano están ahora mismo viviendo ese proceso por el que antes pasaron otros muchos con suerte dispar. Los tres nuevos necesitan “desaprender” su fútbol. El vocablo “desaprender” es muy de Eduardo Punset, que lo está popularizando gracias a esa didáctica tan personal que emplea. Significa olvidar lo aprendido, romper moldes, esquemas, tabúes, clichés y rigideces y optar por nuevos conocimientos, con la mente abierta y el espíritu libre. Bien, pues este es exactamente el proceso que vive (o sufre) un futbolista cuando aterriza en el Pep Team: ha de desaprender lo conocido y adentrarse en un terreno ignoto donde nada es lo que parece. Un equipo donde el portero no juega con las manos sino con los pies; los centrales se apostan en las bandas; los laterales forman en el centro del campo; el mediocentro se alinea de central; los delanteros no tienen posición fija pero defienden como el más aguerrido del castillo; los extremos se mueven por dentro para que los carrileros lleguen por fuera; está prohíbido conducir el balón, excepto al mago Iniesta; y es obligatorio no dar más de dos toques y a poder ser, resolver con uno solo...
En fin, una visión del fútbol opuesta a toda ortodoxia y en la que no sólo se defiende atacando sino que se ataca amagando. No debe ser fácil llegar a ese vestuario y tener que depositar en la taquilla todo lo aprendido durante años como si ese conocimiento fuese una mochila llena de piedras, un fardo pesado. Ha de ser chocante ver a tu portero jugando de líbero o al pivote encargado de proteger las espaldas haciendo piruetas sin red dentro del área, a un palmo del precipicio, rodeado de rivales depredadores. No puede ser sencillo entrar de nuevas y completar todos los ritos iniciáticos exigidos para formar parte del grupo, ni cumplir los preceptos de esta “secta” tan especial, una comunidad de bichos raros que encabeza Guardiola con su filosofía tan fuera de normas. Tengan paciencia con Villa y sus fueras de juego; con Mascherano y su desubicación; con Adriano y su conducción. Tienen mucho que desaprender.
- Publicado en Sport (21-IX-2010)
- Publicado en Sport (21-IX-2010)