martes, agosto 22, 2006

Futbolistas en permanente estado de rebelión


Maniche presiona al Dinamo de Moscú para que le venda al Atlético de Madrid, que es el club que menos dinero ofrece de los cinco que pretenden al centrocampista portugués. Diarra se presenta como nuevo jugador del Madrid después de amotinarse en el Olympique y amenazar con dejar plantado al club que le ha pagado religiosamente su salario durante años. Eto’o planta a sus compañeros, entrenador y afición y se marcha a casa sin celebrar el primer título del año porque se ha quedado sin jugar una segunda parte sin trascendencia alguna para el club. Carlos Tévez se fuga de Sao Paulo y deja tirado al Corinthians, advirtiendo que jamás volverá a jugar con sus colores si Leao se mantiene como entrenador del club brasileño.

Son apenas cuatro ejemplos de las docenas que se producen cada temporada. Hay muchos más y se repiten todas las semanas. Jugadores que superan todos los límites y convierten los contratos en puré de patatas. De hecho, ¿para qué sirve un contrato en el fútbol? Los jugadores saben sobradamente que no cumplirán los años que indica el contrato, que en su traspaso no intervendrá la cláusula de rescisión, que acabará yendo al club que más le interese y que siempre (casi siempre) prevalecerán sus intereses, su preferencias. Le bastará con declararse en rebeldía, amenazar con no entrenarse o regresar a su país de origen. Es suficiente con clamar contra su presidente, entrenador o director técnico para que ya no haya solución de futuro. Si Ayala cree que le engañaron en las negociaciones le basta con denunciarlo y a continuación irse de vacaciones asegurando que no volverá a jugar en el Valencia, quien no ha dejado de abonarle su millonaria mensualidad, que se sepa (y con eso no quiero afirmar que no sea cierto el posible engaño a Ayala).

Los futbolistas tensan siempre la cuerda y a menudo se rompe por el débil lado del club. En realidad, la mayoría de clubes son el bando débil porque se lo han buscado: no han sabido construir un proyecto sólido a base de criterios firmes e irreductibles. Los hay que sí han conseguido una fortaleza interesante. Lo han logrado marcando límites en los fichajes, topes en los salarios y conceptos claros. A veces pierden una batalla, pero son los que ganan guerras. Pero la mayoría lo hace al revés: están dispuestos a todo con tal de fichar y lo que consiguen es darle todo el poder a los jugadores, algunos de los cuales ya vemos cómo las gastan.

Referencias
- Maniche quiere ir al Atleti
- Tévez se fuga de Sao Paulo

Fotos: Getty - AFP.