A Laporta no le ha bastado hacer el más espantoso de los ridículos con el episodio de su cuñado franquista (¡ franquista a estas alturas !, menudo esperpento), ni tampoco convertirse en un "mentiroso compulsivo", sino que ha decidido hacer política. Ya anunció la semana pasada que su objetivo como presidente del Barça era "fer país" (hacer país). Y ya le contesté que mejor se dedicaba a construir su club, a hacerlo mejor y más poderoso.
El actor Joel Joan fue el "tonto útil" que empleó Laporta el sábado para reivindicar esos "Països Catalans lliures" (Países Catalanes libres) que aún persisten en el imaginario independentista, pero que a estas alturas de siglo suena rancio, caduco y tan ridículo como ese españolismo galopante de tantos dirigentes del PP que asimilan España a Castilla. Me parece indecente que Laporta permita esas exhibiciones a costa del Barça, que por universal, moderno e innovador debería ser un club que se expanda hacia el mundo exterior y no se recree en ese ombligo cerrado y mediocre del comerciante catalán que no ha viajado. Triste futuro le espera al Barça si su presidente se dedica a la política (donde siempre será un pobre amateur) y no al club. De momento, sus dos primeros escarceos han sido con el franquismo más cavernícola y el independentismo más caducado. ¡ Qué carrerón !