sábado, noviembre 19, 2011

El fútbol como un todo

A base de observar las partes del fútbol como segmentos independientes estamos cerca de perder de vista el todo. No sólo se trata de esa corriente tan estúpida de los galardones individuales en un deporte colectivo, sino especialmente de las varas de medir que empleamos: la mayoría de ellas enfocan el fútbol desde la perspectiva del individuo y no del colectivo, lo que es un contrasentido. De hecho, la propensión a medirlo todo y construir con esas mediciones un muro de estadísticas es otra tendencia perversa, pues conseguimos con ello reducir el análisis del fútbol a un montón de cifras sin sentido: los kilómetros que recorre un portero o el número de balones que recupera un mediocentro, despreciando si el guardameta tiene influencia real con sus paradas o la iniciación del juego y si el mediocentro, tras recuperar esos balones, se limita a perderlos de inmediato dada su enorme torpeza.
 
Sin duda, todo ello es fruto de la banalidad imperante, que se ha propuesto descontextualizarlo todo para analizar partes muy pequeñas al microscopio y gritar “¡Eureka!”, creyendo haber descubierto la sopa de ajo del balompié. Frente a semejante aberración se alzan algunos entrenadores y analistas sosegados que nos recuerdan que el fútbol necesita mirada amplia, casi de telecospio, dada su red de interrelaciones sociales que contiene la vida de un equipo, donde nada ocurre sin causa previa. Son técnicos de variadas categorías y renombre, situados en clubs de todo tipo, muchos de ellos en categorías inferiores, algunos en paro, que están intentando quebrar esta tendencia que los periódicos han puesto de moda. Técnicos que nos aleccionan sobre la complejidad del fútbol, pues basta un movimiento en una zona del campo para desencadenar consecuencias importantes en la otra punta y nada de todo ello es mesurable con una estadística torpe y reduccionista.

Personalmente, siento predilección por estos entrenadores y su difícil intento. Son gente como Pep Guardiola o Raúl Caneda, como Juan Ignacio Martínez o Dani Fernández, como Sandoval, Mourinho, Lluís Carreras o Adrián Cervera. Hay muchos más. No hablo de sus personalidades, ni de los personajes que interpretan, ni de sus resultados, sino del esfuerzo por definir el fútbol como un todo y no como la suma de las partes, como si se tratara del despiece de un ternero. Frente a ese fútbol que sólo mide kilómetros y remates, porcentajes y ratios, recuperaciones y despejes, hay otro mucho más rico y complejo que nos habla de movimientos colectivos y decisiones conjuntas. Es el fútbol que reivindico, más humano y terrenal, menos numérico y segregado. También, es verdad, más difícil de comprender y mucho más exigente para ser explicado. Un problema para los periodistas.

- Publicado en Sport (19-XI-2011)