Antes de Sócrates había
magos (Di Stéfano, Pelé, Cruyff), pistoleros (Puskas, Uwe Seeler, Müller) y defensas con smoking (Beckenbauer, Krol). Luego llegó Sócrates y se hizo
la paz. Sócrates era un futbolista que jugaba con la serenidad del reloj de
arena. Ni demasiado rápido, ni a borbotones.
Le vi en compañía de mi
maestro: Alfonso Soteras, quizás el periodista que más supo de fútbol (había sido buen futbolista). Fue en
Sarrià’82, en aquel Mundial que organizamos nosotros y perdieron los
brasileños. Lo organizamos mal y ellos jugaron bien. Tan bien jugaron que perduran en
el recuerdo de los equipos legendarios pese a la derrota.
Por lo general, Soteras
era como Sócrates: pausado y continuo. Pero aquél día embraveció. Señalaba
jugadores sin parar: fíjate en Zico, en cómo conduce el balón; fíjate en
Falcao, qué visión panorámica tiene; fíjate en Toninho Cerezo, como está
siempre en el sitio adecuado; fíjate en Junior, qué portento arriba y abajo. Pero cuando Sócrates se acercaba al balón, Soteras callaba. El estadio rugía y
el maestro callaba. Se hacía el silencio a su alrededor porque no había
palabras para definir la jerarquía física, táctica, e incluso moral, que ejercía
Sócrates sobre el césped. Era un caudillo pacífico, sin pinturas de guerra ni
alaridos. Su rostro agrietado y la melena de evangelista le otorgaban un aura
misteriosa. No estaba: aparecía y, entonces, se hacía la luz.
Sócrates fue un milagro
para el fútbol. Ahora se le recuerda por los penalties que lanzaba de tacón,
por el tanto de pícaro ante Italia, por sus quiebros dulces, por los goles insólitos.
Yo le recuerdo por Soteras y porque el fútbol nunca más fue lo mismo después de
aquel día en Sarriá. Vi a Sócrates; vi la paz con balón.
Foto: Aquella tarde de 1982, en Sarrià, cuando una gran Italia acabó con el maravilloso Brasil de Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira.
Ilustración: De @Somemarcus para masliga.com
Foto: Aquella tarde de 1982, en Sarrià, cuando una gran Italia acabó con el maravilloso Brasil de Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira.
Ilustración: De @Somemarcus para masliga.com