Desconozco las respuestas
a las preguntas que se plantean alrededor del Barça que jugará en el Bernabéu: ¿Defensa
de 3 o de 4? ¿Mascherano, Puyol o Piqué? ¿Falso 9 o delantero centro profundo?
¿Alexis o Villa? ¿O quizás Cuenca o Pedro? ¿Sin Thiago? ¿Con Cesc? ¿Qué alineación?
Pero sí existen detalles
suficientes para intentar acercarnos a algunas respuestas. El primer detalle
consiste en comprender que Guardiola plantea los encuentros a partir de cómo
atacar al rival. Desde esa premisa, y sólo cuando cree haber resuelto el modo más
eficiente de hacerlo, es cuando proyecta el modo de defenderse. Primero,
encontrar las vías de ataque y, a partir de ellas, decidir las formas de
defensa.
Siguiendo este recorrido,
su primera cuestión pasa por hallar la zona más vulnerable del contrario. En
principio, podríamos pensar que las espaldas de ambos laterales madridistas
(Arbeloa o su sustituto y Marcelo) son los objetivos principales. De ser cierta
esta premisa, nos llevaría a que el ataque barcelonista no tendría la
componente de extremos abiertos como ocurrió la pasada semana ante el Levante
(Cuenca y Alexis), sino la de aparecer en lugar de estar. Atacantes que llegan,
pero que no están en dicha zona. ¿Nombres? Puede ser cualquier de ellos porque
los cuatro saben interpretar dicho rol: Alexis, Villa, Pedro e incluso Cuenca.
DELANTERO CENTRO PROFUNDO
En los últimos encuentros
disputados, Guardiola ha probado a ratos el juego con un delantero centro
profundo, sin que ello significara ninguna merma en la actitud de falso 9 de
Cesc (recuerdo que Messi hace ya tiempo que no es falso 9). En esa posición
poco habitual de delantero centro puro, fijando centrales, han participado
Villa, Messi e incluso Pedro. ¿Puede repetirlo en el Bernabéu? Es muy posible,
sea quien sea el protagonista. El objetivo consistiría,
precisamente, en el opuesto que se pretendía con la instauración del falso 9:
fijar a los centrales. ¿Para qué? Para entorpercer que puedan salir a
interrumpir las diagonales de Messi. Fijarlos para facilitar las llegadas del
argentino.
En este caso, me diréis:
¿y las espaldas de los laterales? Pienso, y esto sí es simple elucubración
personal, que la banda derecha del Real Madrid puede ser el objetivo de
Iniesta. No estar ahí, sino aparecer, incluso con el refuerzo de Cesc Fàbregas.
Conclusiones en ataque: búsqueda
de la espalda del lateral derecho, generando superioridad con dos interiores; y
fijación de centrales a partir de un 9 profundo para constreñirles en su reacción
contra Messi. Frente a esta propuesta, Guardiola dispone de otras varias más
que ya ha ensayado con profusión y hemos comentado en muchas ocasiones:
extremos abiertos estirando la lona, doble falso 9… Y sabemos que puede mutar de unas a otras en un periquete.
MUTATIS MUTANDI
El segundo gran concepto
parece fuera de discusión: cuatro por dentro en el centro del campo. En
trapecio, en rombo o en diamante si incluimos a Messi. Probablemente, con
instrucciones de que Xavi inicie el encuentro en la base junto a Busquets y con
Iniesta y Cesc muy cerca, para reducir el riesgo de pérdida, acotar espacios y
empezar a madurar al rival. Ya tendrán tiempo para separarse y arriesgar entre
líneas.
Este viaje desemboca en
la defensa: ¿3 o 4? Guardiola ya dio la clave hace días cuando explicó que al
Madrid no se le puede dominar durante 90 minutos en el Bernabéu. Y esta es,
precisamente, la exigencia que requiere una defensa de tres elementos: someter
al rival. Si no le sometes, te aplastan por las bandas, recordemos Mestalla.
Por tanto, cuatro defensas como punto de partida.
¿Quién es el cuarto?
Entiendo que Piqué por dos razones: porque el juego del balón se comprende a
partir de la salida limpia de balón y no hay nadie que garantice más dicha propuesta que Piqué; y por el esfuerzo en el juego aéreo, donde no resulta
sostenible enfrentar a los grandes cabeceadores madridistas sin la presencia del
central catalán. En su perfil izquierdo, para que sea Mascherano quien cubra
las espaldas de Alves en el lateral.
El siguiente concepto que
maneja Guardiola (como también lo hace Mourinho) es la existencia de varios
desarrollos dentro del mismo partido. En este aspecto, el Barça ha crecido de
forma exponencial y es capaz de pasar de un 4-3-3 a un 3-4-3 que se despliega
en 3-2-3-2 o en 3-3-3-1 o en 3-1-3-3 sin necesidad de pararse a pensarlo. De ahí la
necesidad de que los once titulares sean jugadores polivalentes, capaces de mutar
de rol en un instante, cualidad que podría beneficiar a Mascherano sobre Puyol y a
Villa sobre Alexis, más allá de estados puntuales de forma.
Podemos visualizar,
por tanto, que en un momento dado Alves abandone su posición defensiva y ocupe
el rol de extremo de Cuenca si el contexto lo exige. En esta polivalencia de
jugadores y alternativas de sistemas durante un mismo encuentro puede basar
Guardiola su planteamiento de hoy, en la certeza de que ningún rival es capaz de sostener
una presión alta durante 90 minutos. Ni siquiera el poderosísimo Real Madrid
actual. Estaríamos, caso de que sucedan las cosas de este modo (lo que es mucho
decir), ante un Barça mutante que se autotransforma instantáneamente en función
del desarrollo. Un Barça Transformer.