Hasta en tres ocasiones intenté anteanoche que Emilio Butragueño explicara en público a qué altura está situado el listón del éxito del Real Madrid. Fue en vano, pese a la inestimable ayuda de Joan Maria Pou y otros colegas de RAC1. Butragueño se zafó con esa extraordinaria habilidad con que se movía en el área pequeña, pero en la noche madrileña quedó pendiente esa cuestión: ¿dónde está el listón que separa el éxito y el fracaso en el Madrid de Mourinho? Entiendo que no hay respuesta sencilla. Hace pocos días, el propio entrenador portugués indicó que no pasaba nada si su equipo no ganaba ningún título. En pocas horas replicó Florentino Pérez una obviedad: que el Madrid debe aspirar a ganar siempre. Por bastante menos fulminaron a Schuster.
¿Dónde fijar el listón del éxito? ¿Un título, dos, tres? ¿Ninguno, como deslizó Butragueño, pero en función de las circunstancias que ocurran en una final? Desde luego, no seré yo quien precise dónde debe colocarse dicho listón, pero parece evidente que cualquier balance que no implique una visita obligada a la Cibeles difícilmente podrá escapar del calificativo de fracaso, en especial porque en ese supuesto el Barça sumará otros dos títulos, lo que agravaría mucho más la percepción de nueva temporada mandada al cuarto oscuro. Cabría pensar, en este caso, si la institución blanca resistiría incólume semejante balance: hay que tener en cuenta que la maniobra de Mourinho de apartar a Valdano del camino entre Valdebebas y el presidente genera un efecto colateral: Florentino Pérez se ha quedado sin fusible. Si el balance final es pésimo, las responsabilidades sólo podrán ser asumidas por entrenador o presidente. O por ambos y ese es un dilema, como mínimo, inquietante para el madridismo.
¿Será un éxito si el Madrid conquista un título, la Copa por ejemplo? En este supuesto, probablemente los matices estarán en el recorrido que consiga el Barça, pero la propia circunstancia de conquistar la Copa frente al Pep Team endulzaría cualquier balance que pudiera hacerse. Con toda certeza nos adentraríamos en el terreno de las discrepancias mediáticas, donde se equiparan galgos y podencos, pero ese título sería un salvavidas indiscutible para Mourinho y su proyecto, que sin duda se remitiría a una segunda temporada más estable y madura. Es por esta razón que la final de Copa posee tanta trascendencia para el entrenador portugués y su presidente. No sólo sería un título muy anhelado por su afición, sino también el flotador imprescindible para seguir adelante con los planes sin jugárselo todo en la tremenda competencia de la Champions, donde el camino es más largo y espinoso. La trascendencia de esta Copa para el Madrid puede tener repercusiones en la Liga.
¿Dónde fijar el listón del éxito? ¿Un título, dos, tres? ¿Ninguno, como deslizó Butragueño, pero en función de las circunstancias que ocurran en una final? Desde luego, no seré yo quien precise dónde debe colocarse dicho listón, pero parece evidente que cualquier balance que no implique una visita obligada a la Cibeles difícilmente podrá escapar del calificativo de fracaso, en especial porque en ese supuesto el Barça sumará otros dos títulos, lo que agravaría mucho más la percepción de nueva temporada mandada al cuarto oscuro. Cabría pensar, en este caso, si la institución blanca resistiría incólume semejante balance: hay que tener en cuenta que la maniobra de Mourinho de apartar a Valdano del camino entre Valdebebas y el presidente genera un efecto colateral: Florentino Pérez se ha quedado sin fusible. Si el balance final es pésimo, las responsabilidades sólo podrán ser asumidas por entrenador o presidente. O por ambos y ese es un dilema, como mínimo, inquietante para el madridismo.
¿Será un éxito si el Madrid conquista un título, la Copa por ejemplo? En este supuesto, probablemente los matices estarán en el recorrido que consiga el Barça, pero la propia circunstancia de conquistar la Copa frente al Pep Team endulzaría cualquier balance que pudiera hacerse. Con toda certeza nos adentraríamos en el terreno de las discrepancias mediáticas, donde se equiparan galgos y podencos, pero ese título sería un salvavidas indiscutible para Mourinho y su proyecto, que sin duda se remitiría a una segunda temporada más estable y madura. Es por esta razón que la final de Copa posee tanta trascendencia para el entrenador portugués y su presidente. No sólo sería un título muy anhelado por su afición, sino también el flotador imprescindible para seguir adelante con los planes sin jugárselo todo en la tremenda competencia de la Champions, donde el camino es más largo y espinoso. La trascendencia de esta Copa para el Madrid puede tener repercusiones en la Liga.