Nueve partidos en 27 días: este era el reto que afrontaba el Barça en enero, un mes tradicionalmente espeso y aprovechado por los preparadores físicos para incrementar la carga de fuerza y resistencia, lo que ha generado cada temporada una etapa de “piernas de plomo”, cerrada en ocasiones con sonoros tropiezos. No ha ocurrido así esta vez, por dos razones fundamentales: primero, porque el equipo está jugando mejor que nunca en el sentido colectivo, lo que ha permitido capear las dificultades con esfuerzo, pero sin vacilaciones; y segundo, porque la carga ha sido ligeramente más leve y muy personalizada: los jugadores esenciales han alternado semanas fuertes con otras de carga media y se han distribuido los minutos competitivos en función de dicho plan.
La faceta negativa son las cinco lesiones sufridas: una leve sobrecarga en el abductor de Maxwell; una contractura poco relevante de Alves; la muy seria rotura fibrilar de Jeffren; la tendinopatía de Puyol y el esguince clavicular de Iniesta, fruto de una caída. Es decir, tres lesiones musculares de grado muy diverso; una tendinosa (que venía precedida de otra muscular en el caso de Puyol); y un accidente. Balance negativo, pero no preocupante aunque supera el promedio estadístico de la temporada, que hasta Navidad había sido excepcionalmente benévolo: apenas 15 incidentes a reseñar, tres de ellos con Puyol de protagonista y cuatro para Jeffren, la auténtica “víctima” de la temporada.
No hay ningún indicador de que esta buena racha en materia de lesiones vaya a cambiar en el tramo final de temporada que se inicia en un par de semanas. Uno de los dos bloques más exigentes del curso (el mes de enero, con sus 9 partidos) ya ha quedado atrás. El otro, previsto para el mes de abril, es la asignatura pendiente, pero la plantilla llega bien preparada: los hombres fuertes (salvo Puyol) han cargado las pilas; los suplentes han dispuesto de minutos competitivos (excepto Bojan y Milito); y el recién llegado Afellay está aprendiendo su nuevo lenguaje. Una vez más, la planificación de Buenaventura y Seirul.lo ha funcionado.
No puede decir lo mismo Ruí Faría, el preparador físico de Mourinho, que hasta mediados de enero había aplicado a rajatabla su libreto de la “Periodización Táctica”. Para salir adelante precisaba mantenerse a rebufo del Barça, esperando el efecto de “supercompensación” física en sus jugadores a partir de marzo. No ha sido así y se está repitiendo la misma historia de Oporto, Chelsea e Inter: en el 86% de sus anteriores temporadas, los equipos de Mourinho se derrumbaron físicamente en el segundo tramo del curso, incluso ganando títulos. Está volviendo a ocurrir: agarrado exclusivamente a sus titulares, les ha fundido.