Fue la mayor exhibición plástica que recordamos, pero el resultado terminó en empate a nada. Ocurrió en el primer tiempo del Arsenal-Barça a finales del pasado marzo, hace casi un año. Comandados por un majestuoso Busquets y un imperial Xavi, los de Guardiola tomaron el Emirates Stadium, le arrebataron el balón a los locales y delinearon un juego espectacular, abrumador e impactante. Y, sin embargo, tras esos 45 minutos que quitaron el resuello a los espectadores, el marcador no se había movido. Sobre el césped se vivió un prodigio futbolístico, pero sin reflejo en el resultado. Pocos equipos tan brillantes como el Arsenal de Cesc habrán sido vapuleados, arrollados y descuartizados por el Barça como en aquél estéril primer tiempo. Tras el descanso se redujo la exhibición, pero se abrió el marcador. Y otra paradoja: un equipo tan solvente defensivamente como el Pep Team se dejó igualar los dos tantos de ventaja logrados antes de la hora de partido.
Sí, en el partido de vuelta el marcador fue aplastante (4-1), con cuatro goles de Messi, pero el recuerdo de aquellos 180 minutos vuelve a dejarme la misma sensación de entonces: el Barça más glorioso y espléndido no está exento de peligro cuando se enfrenta a su clon londinense. El Arsenal es un equipo temible y poderoso. Lo era hace un año y lo es aún más ahora, con Van Persie recuperado y Wilshere en plena forma. Pienso que no hay peor enemigo para el Barça que un equipo que emplea sus mismas armas: la pasión por el balón, el toque asociativo y la voluntad de ir siempre al ataque. Cierto: al Arsenal le quitas el balón y se queda en poca cosa. Lo mismo le ocurre al Barça, pero Guardiola ya ha dicho varias veces que prefiere enfrentarse a esos otros equipos que se encierran con once jugadores en su área: son odiosos para el espectador, pero el entrenador del Barça lo prefiere así, pues les tiene muy lejos del portal de Valdés.
Así que soy de los que preveo una eliminatoria tremendamente difícil. El corazón de Cesc, la velocidad de Walcott, el talento de Wilshere y la puntería de Van Persie (y no digamos los quiebros de Nasri si juega) son de alta escuela. ¿Que el Barça dispone de las mismas o, incluso mejores, armas? Por supuesto, lo que le da una ventaja teórica. Pero serán dos partidos entre felinos de la misma especie, donde unos buscan una nueva dosis de gloria universal y los otros, la venganza de una caída estrepitosa. Las certezas de la temporada empiezan a jugarse mañana en las verdes praderas de Londres. Ya no hay tiempo para dudas ni titubeos porque ha llegado la primera hora de la verdad para un equipo que acostumbra a ser puntual con las citas fuertes y fiel a las expectativas elevadas. La hora del paso adelante.
- Publicado en Sport (15-II-2011)