viernes, diciembre 22, 2006

Mucho toque y poca pegada


Hay equipos que se encogen atrás y lanzan un zarpazo por partido. A veces, con uno solo basta. Un remate, un gol. Ecuación que otorga centenares de puntos cada temporada. El Barça de Rijkaard tiene una propuesta totalmente distinta: poseer el balón, sobarlo hasta el desborde de la paciencia, asociarse como norma y buscar el gol desde la elaboración y la plasticidad. Es una propuesta cara: exige estar en plena forma física, tener mucha fuerza anímica y un elevado acierto rematador. Si alguna de estas tres condiciones falla, el Barça se queda en mucho toque, excesiva filigrana y poca pegada.

De la forma física ya hemos escrito mucho en este blog. El Barça lleva meses buscándose a sí mismo y no se encuentra, pese a las promesas de que la planificación mostraría un equipo en plena forma para el Mundial de clubes. Pasó la competición y la forma física continúa en el congelador, a la espera de trabajar más o quizás mejor. Se vio en la final del Mundialito y se comprobó anoche: las pilas dan para una hora y poco más. Este equipo necesita entrenamiento y su consiguiente recuperación, las dos grandes armas del deportista. Y, por encima de todos, Ronaldinho, un genio en las acciones técnicas, pero muy distante del portento físico que llegó hace tres años.

En este tiempo, Ronaldinho ha crecido como jugador. Bajo su dirección, el club ha cambiado incluso su carácter pesimista, ha obtenido triunfos fabulosos y degustado un juego espectacular. Pero Ronaldinho se ha dejado algunas virtudes por el camino: su sonrisa se ha convertido en protesta continua. Le han dado razones sobradas para protestar, pero incluso así debería volver a sus orígenes. Ha aprendido las feas artimañas de nuestro fútbol: el piscinazo, la petición de tarjeta para el contrario, por no hablar de los codos por delante de los que tanto abusa. También ha perdido capacidad física: no es cuestión de más descanso, bien merecido ahora tras tanto viaje, sino de bastante más entrenamiento, de lo que está muy falto como comprobamos en cada intento de desborde fallido, en cada sprint perdido.

Al déficit físico del equipo se le puede añadir la certidumbre del remate escaso. Escaso y no muy acertado. Faltan los que faltan, cierto, pero también se falla lo que se falla, que es mucho. Sin embargo, ningún reproche sobre la actitud. El del Atleti no era un partido fácil por razones evidentes: la derrota japonesa, la paliza física, las bajas de peso, el desencanto, el temor atávico a Torres. Pero mientras ha tenido pilas el Barça ha jugado un partido serio, muy serio, espléndido incluso si no fuese por la falta de puntería. La actitud de quien ha sufrido una fuerte herida y quiere resurgir con mayor brillantez. Claro que cuando las pilas se han vaciado, el azucarillo se ha derretido. El Barça de Rijkaard tiene mucha fortaleza, pero también estos puntos débiles y debe corregirlos con la máxima seriedad y rapidez.

Fotos: EFE.