Mascherano, Abidal y Keita, los menos capacitados para la salida limpia de balón, estudiantes aventajados del idioma Barça, pero que no lo hablan con fluidez, recibieron el encargo de dar el paso más importante de la ruta: el primero. Más que pasarse el balón, parecían pasarse el miedo de uno a otro. Sacar el balón de forma diáfana es la madre de todos los engranajes blaugranas y encargárselo a este trío es como jugar con los tobillos atados. Muy probablemente había buenas razones para ello, pero la impresión visual fue que el entrenador apostó por jugar maniatado, como agigantando aún más el reto ante un Oporto poderoso y atrevido.
La consecuencia del atasco fue que Xavi tuvo que retrasar su posición y eso fue como entrar en el túnel del tiempo y reaparecer en 2003, cuando el de Terrassa jugaba de 4. La historia ya nos ha demostrado con posterioridad que Xavi ha de jugar una línea por delante, ahí donde su dominio se demuestra letal. 2003, el año en que Messi y Cesc ya se asociaban a ciegas para componer sinfonías magistrales. 2003, año en que el Barça frenó su caída libre y se lanzó a esta escalada indomable que le ha llevado a batir todos los récords. Récord para Xavi (18 títulos), para Pep (12) y para el club (15 europeos, 76 en total). Conquistar este nuevo peldaño cuando el Pep Team aún juega con sordina constituye una declaración irrevocable: incluso en los días espesos, el colectivo tiene tan interiorizado su estilo y fundamentos tácticos que es capaz de seguir ganando incluso sin esmoquin. No ha sido una conquista exuberante y deliciosa como la de Wembley porque la locomotora no está engrasada, pero continuar ganando en estas condiciones catapulta las expectativas.
Del resto, lo habitual. O sea, lo sublime. Las manoplas de Valdés, cada día más supermanesco; la electricidad de Pedro; el control del ritmo en Xavi; el dominio del espacio de Cesc, époustouflante en su retorno; la brujería de Iniesta, congelando el tiempo y desactivando al Oporto con sus quiebros de cintura y la dulzura de sus miradas de reojo.
Y Messi.