Planificar es tomar decisiones. Es marcar prioridades y construir una hoja de ruta en función de ellas. El buen entrenador señala prioridades, toma decisiones y construye dicha hoja de ruta. No siempre acierta en su confección, pero planificar el porvenir es imprescindible. El aficionado y la prensa no planificamos nada: simplemente esperamos que los futbolistas y sus equipos estén siempre a la máxima potencia de rendimiento, lo que se contradice con la realidad empírica que, año tras año, acaba imponiéndose. Un hecho más: no hay planificaciones universales, ni panaceas mejores que otras, sino que cada una debe adaptarse a las necesidades de cada club. No tiene nada que ver la exigencia y los objetivos de un equipo español de media tabla con los de Barça o Madrid, que a su vez tienen casi más diferencias entre sí que similitudes.
Guardiola y Mourinho han elegido voluntariamente el modo de enfrentar su temporada. El entrenador catalán ha concedido más descanso a sus futbolistas, sobreprotegido a sus hombres básicos y priorizado la intensidad respecto de otros años, pero retrasando el trabajo grupal. No ha afrontado ni un partido de pretemporada con más de cuatro jugadores vertebrales juntos, completando el resto de puestos con suplentes del filial o juveniles descollantes. Priorizando Liga, Champions y Mundial de clubes ha dibujado una hoja de ruta que irá de menos a más, en progresión evidente.
Ese camino contiene riesgos, como todos, el mayor de los cuales es conceder ventajas al Madrid, sea en forma de un título (Supercopa española), sea en puntos ligueros en las primeras semanas. Riesgos importantes porque retroalimentarían al gran rival, pero riesgos asumidos por la toma de decisiones: Guardiola considera que su equipo no puede estar nueve meses esprintando de forma enloquecida cada tres días, sino que ha planteado la temporada como una carrera de 1.500 metros en la que el decisivo será el sprint final. El equipo se muestra ahora mismo agrietado, huérfano de sus hombres vertebradores, sin salida de balón y lejos de sí mismo. A cambio, su margen de mejora es amplísimo porque puede crecer mucho.
Mourinho, fiel a sus principios metodológicos (la Periodización Táctica) e impulsado por las necesidades que la realidad impone, optó por una planificación de gran inmediatez.
Mayoría del grupo convocado desde la primera hora, trabajo táctico intenso, búsqueda de la máxima cohesión y muchos partidos disputados con todo el núcleo duro del equipo en la misma alineación. Es una hoja de ruta bastante distinta de la barcelonista, con prioridad en un arranque fulgurante, sea para conquistar el primer título en juego, sea para adquirir ventaja sustancial en la Liga. Ambos caminos tienen su lógica interna. Lo que cambian son los objetivos que se ha marcado cada cual.