André Villas Boas ya puede llamar al 6 si le necesita. El 6 es Oriol Romeu, un chico de 19 años (24-Septiembre-1991) nacido en Ulldecona,, jugador del Espanyol hasta los 13 años y formado, refinado y educado futbolísticamente en La Masia, donde aprendió el Idioma Barça, del que ha sido un intérprete peculiar. En efecto, Romeu ni es el mediocentro clásico del Barça, ese cuyo paradigma es Guardiola o Xavi y que se simboliza con el dorsal número 4, ni tampoco es ese otro híbrido más británico que ha cuajado en Cesc Fàbregas y quizás, en el futuro, en Sergi Roberto.
Oriol Romeu es un caso aparte, un jugador singular, de difícil encaje en el complejo mundo de los sistemas de juego de Pep Guardiola. Mucha gente le asimila a Busquets y pretende encontrar similitudes en su perfil, pero son muy distintos salvo por la posición que ocupan sobre el campo. Guardiola es muy consciente de ello, de ahí que Busquets sea su favorito indiscutible ante cualquier circunstancia, mientras Romeu sea su descarte. Y, sin embargo, Romeu es un futbolista prodigioso. Posee un físico extraordinario aunque no tiene la omnipresencia efervescente de Essien ni la contundencia irreversible de John Obi Mikel. Pero tiene algo que no poseen los dos mediocentros africanos del Chelsea: un juego de posición exquisito, clarividencia elevada y casi todos los pequeños detalles que marcan la diferencia en un centrocampista criado en el Barça. El juego al primer toque, la colocación del cuerpo en la recepción, la rapidez mental...
Romeu es un mediocentro solidario, que jamás abandona a un compañero, salvo cuando es desbordado en velocidad, característica en la que no es un virtuoso. Aporta equilibrio al centro del campo, lo que se traduce en libertad para sus colegas. En ocasiones mueve el balón con demasiada celeridad en vertical. Debe mejorar en la creación de pausas aunque ese defecto puede acabar siendo una gran ventaja en el fútbol directo de la Premier. Defiende bien, se incrusta entre los centrales con facilidad, incluso puede jugar como defensa y no tiene miedo en las acciones de contundencia. Posiblemente, las pequeñas lagunas que Guardiola observó en él y que le han impedido ser uno de los elegidos para el Camp Nou se conviertan en Stamford Bridge en grandes ventajas que le permitan triunfar de la mano de Villas Boas.