jueves, mayo 17, 2007

Un gran campeón y un perdedor inmenso



Final épica, apasionante, torturante. Muy justito físicamente, pero bien sujeto en todo momento por Poulsen, el Sevilla ha sacado billete para la historia del fútbol convirtiéndose en el primer campeón que repite título de Copa UEFA en dos décadas. Para el Espanyol, segunda decepción europea pero esta vez sin conservadurismo ni miedos, caído con la cabeza muy alta aunque otra vez en los penalties malditos. Final marcada por la expulsión de Moisés Hurtado a la hora de partido, por el arreón estéril del campeón, que pudo sentenciar muchas veces antes del agónico minuto 115 en que Jónatas se sacó un zapatazo salvavidas, pero sobre todo por las manos mágicas de Gorka y por el temple de Palop en los penaltis. Palop, el del cabezazo milagroso de Donetz. Palop de oro.

Hasta el adiós de Moisés, el Espanyol andaba un cuerpo por encima del Sevilla. En parte por la decisión táctica de Juande de darle toda la banda derecha a un Alves cercano al agotamiento. En parte porque Poulsen se ha visto obligado a multiplicarse como quinto defensa haciendo todas las coberturas habidas y por haber, pero abandonando su posición de mediocentro, donde Martí y Maresca paradójicamente no podían secar a Moisés, De la Peña y Rufete.

Durante una hora, y pese a adelantarse en el marcador con un contragolpe a lo Casillas (Palop atrapa un córner, largo con la mano a Adriano, cabalgada, regate a David García y gol), el campeón parecía haber encontrado la horma de su zapato. No sólo Riera ha empatado, tras hacer sufrir mucho a un Alves flojo en defensa, sino que el Espanyol ha podido apuntillar en un par de ocasiones (Riera al larguero tras una gran mano de Palop), bien estructurado atrás con dos centrales de oro (Jarque está inmenso) y excelentemente dirigido por De la Peña hasta que le abandonó el oxígeno.

Pero Moisés se fue y ahí se acabó el Espanyol. Jesús Navas y Alves han encontrado pasillo abierto por la derecha y el Sevilla ha interpretado su clásico pim pam pum, aunque sorprendentemente sin excesivo acierto en una de las peores noches de sus rematadores. Acierto justo para adelantarse en la prórroga, cuando ya Poulsen jugaba de central y los espanyolistas eran un frontón encomendado a las manos del gigante Gorka. En la agonía, Jónatas ha logrado el éxito de alcanzar los penalties, en pleno desmadre sevillista, bastante incomprensible, pero los lanzadores finos (De la Peña, Tamudo, Coro, el sacrificado) no podían disparar y Palop se ha comido a sus sustitutos.

Para el Sevilla queda la gloria del nuevo título, su segundo consecutivo en la competición, hecho histórico, su tercera corona europea en doce meses. Equipo grande, bien trabajado, con excelentes jugadores. Cuando no aparece uno, llega otro. Inmenso Poulsen, inteligente Kanouté, poderosos sus centrales, resistente Martí, con dos rostros Alves, siempre Palop. Equipo grande, aunque fundido, agotado psíquica y físicamente, pero conquistador de proezas ante las que hay que sacarse el sombrero.

Para el Espanyol, nueva amargura. Pierde la soñada Copa y también la soñada revancha sin perder ni un partido de los quince disputados, con el pichichi del torneo, dos centrales de lujo, un mediocentro excelente, el cerebro De la Peña, un Riera soberbio y el grandísimo Gorka. Pierde, pero deja una lección inmensa de coraje y valentía de la que merece salir ovacionado y que, en vez de traumatizarle, debe servirle para catapultarse hacia arriba.




Fotos: EFE - AP - AFP.