lunes, junio 20, 2011

La receta de la Coca Cola blaugrana

Hay un ático y hay un sótano. Entre ambos, varios pisos intermedios y un ascensor que los une. El sótano cultiva las semillas plantadas, que van tomando forma en los pisos intermedios y florecen en el ático. Eso es el Barça actual. El resultado de una idea lanzada hace casi cuarenta años por un cántabro llamado Laureano Ruiz, que llegó al Barça para parchear las debilidades del equipo juvenil y acabó revolucionando toda la cantera. En la puerta de la secretaría técnica colgaba el siguiente cartel: “Si vienes a ofrecerme un juvenil que mida menos de 1,80 m. no hace falta que entres”. Laureano Ruiz arrancó el cartel, convocó a chicos con talento y buena técnica, sin importarle su estatura, implantó los rondos, descartó la carrera continua y colocó el balón en el centro de todas las miradas. El legado de Laureano fue mucho más importante que sus constantes victorias: dejó sembradas las semillas de un modelo de juego. 

Quince años después llegó Johan Cruyff y, con el agua de Rinus Michels, regó las semillas con voluntad inquebrantable. Abundó en los conceptos y mandó una orden tajante a todos los pisos intermedios: “Hay que dominar el balón”. Esa fue la idea que ilumina y rige el fútbol del Barça. El balón, centro del universo. La idea moldeó un sistema (3-4-3) y a partir de ahí se estableció un método común de trabajo: todos los equipos inferiores se movían igual, jugaban el mismo juego y acabaron construyendo un auténtico idioma futbolístico. La Masia se convirtió en escuela de formación. Allí se educaba a los aspirantes a futbolistas. Formación integral en tres vías: futbolística, intelectual y moral. Educación en valores como humildad, esfuerzo y constancia. El idioma se enseña desde muy pequeños, empezando por la pizarra, con frases concretas y alcanzando hasta la más mínima de las onomatopeyas. Todos los maestros y entrenadores hacen hincapié en un hecho: además de la metodología global, el secreto está en los detalles. Dedicar muchas horas a los pequeños detalles, como la colocación del cuerpo antes de recibir un pase. 

El chaval de 20 años que está a punto de debutar en el Pep Team se habrá entrenado unos 2.500 días desde que entró a formar parte de La Masia, desglosados del siguiente modo: 1.000 horas de aprendizaje técnico; otras mil a juegos de conservación y rondos; 1.750 horas al juego de posición y movimientos tácticos; unas 1.250 a partidillos de entrenamiento; y unas 600 a competición. En total, 5.600 horas de aprendizaje. Así se comprende que, de Xavi a Thiago, de Iniesta a Sergi Roberto, todos jueguen de memoria. Guardiola llama a un juvenil y sólo tiene que decirle tres palabras: “Juegas de cuatro”. Y el chaval ya conoce todo lo que eso significa: lo aprendió desde niño en las pizarras del club. La Masia es bastante más que una residencia: es la escuela donde se forman los campeones. Ahora mismo, esa escuela garantiza el suministro de jugadores de talento para el primer equipo en los próximos 10-15 años. El auténtico fondo de armario del Barça, la receta de la Coca Cola blaugrana. 

- Publicado en Marca (20-VI-2011)