lunes, noviembre 15, 2010

Un orden napoleónico

Del Madrid de Mourinho ya podemos afirmar que ha adquirido el orden de las tropas napoleónicas. Tras aquella semifinal del Inter en el Camp Nou, el portugués se ganó fama de entrenador defensivo, pero eso no es lo que caracteriza verdaderamente a sus equipos, sino el orden con que se estructuran. Sus legionarios transitan por los campos bien organizados, juntos los dos pivotes a los cuatro defensores para evitar que el rival filtre pases entre líneas.

Al compás de dicho orden, los cuatro de delante flotan a la espera de espacios abiertos y errores del contrario. Digamos que sus equipos poseen orden napoleónico detrás y mucho barullo delante y que la fórmula funciona bastante bien. Sobre todo frente a equipos alegres, abiertos y de líneas separadas. En esos casos, el orden genera aplastamiento. Sin embargo, contra equipos compactos y cohesionados, de los que no dejan aire entre sus líneas y encima muerden el tobillo ajeno (caso del rabioso Sporting de ayer), las tropas mourinhistas se colapsan sin remisión. Vencen, sí, pero se colapsan, ahogadas por la falta de espacio, la ausencia de oxígeno y el agobio que genera el enemigo.

Lo que más le duele al Madrid no es enfangarse en batallas ásperas, terreno donde posee grandes artistas. Lo que le duele es la falta de espacio en que desenvolver su velocidad electrizante. El Sporting no le dejó ni un metro para respirar, pero el Barça le regalará kilómetros para correr. Este es uno, como decía el poeta. El otro es el mito que se extiende sobre la invulnerabilidad de la defensa madridista. No es así: su defensa desde luego no es impenetrable; su doble pivote Xabi Alonso-Khedira, sí. Son los dos medios quienes centrifugan al rival y le enjaulan entre gruesos barrotes, quienes le maniatan e impiden que alcance con facilidad el área de Casillas.

Avisado queda el Barça: si quiere cortocircuitar a las tropas de Mourinho deberá presionar, juntar líneas y no regalar ni un centímetro a estos lanceros bengalís vestidos de blanco. Además de quebrar el espinazo del doble pivote: en ese caso tendrá un autopista hacia al cielo.