jueves, enero 20, 2011

Los interrogantes de Thiago Alcántara

El regreso de Thiago Alcántara a la disciplina del Barça B ha suscitado una animada discusión entre el barcelonismo, pero obedece exclusivamente a una nueva fase en el proceso de maduración y formación del joven talento de la cantera: concretamente, el último tramo de la denominada Fase 3, la que define al llamado “jugador clave”. Los cuatro meses en los que Thiago ha convivido con el primer equipo, manteniendo ficha con el B, no han sido llanos, sino trufados por algunas aristas, pero el chico ha superado la prueba a la que le sometió Pep Guardiola y vuelve al B con la fuerza de tener asegurada una ficha en el A para el próximo curso. Los interrogantes que dejan tras sí estos cuatro meses de convivencia son los siguientes:

¿Por qué tantos focos sobre Thiago?
Thiago es un fuera de serie desde la tierna infancia. Siempre ha jugado una categoría o dos por encima de su edad, saltándose etapas y destacando por un talento natural y una habilidad técnica inusitada. En paralelo, también dejó dudas sobre su compromiso hacia el colectivo. Nadie discutió nunca que posee unas cualidades excepcionales, pero tampoco nadie se atrevió a garantizar que las pondría al servicio del conjunto. En el fútbol formativo del Barça se extendió la idea de que el único enemigo que tenía Thiago era él mismo y su voluntad para poner su talento a las órdenes del equipo. Se recordó pronto a Mario Rosas, la estrella que ensombrecía a Xavi Hernández en cadetes; a Iván de la Peña, el ‘fantasista’ que no quiso reciclarse; e incluso a Guti, el ‘guadiana’ madridista del fútbol-champán. Los técnicos se conjuraron para que Thiago no fuese así, irregular, desconectado y sólo preocupado por el lucimiento personal. Desde hace años, todos sus entrenadores hacen énfasis en mejorar este aspecto del jugador y eliminar las ‘ausencias’.

¿Qué había hecho hasta ahora?
Con 16 años, Thiago ya jugó en el Barça B la temporada 2007-2008, la del estreno de Guardiola como entrenador en Tercera división. Concretamente, 121 minutos repartidos en cinco suplencias. Después, encadenó dos temporadas completas en el B con Luis Enrique, corrigiendo lagunas y progresando, pero sin acabar de consolidarse como el gran centrocampista que promete ser: en 2008-2009 disputa 1.311 minutos (17 partidos como titular, 8 de suplente) que se reducen al siguiente año a solo 838 minutos (8 partidos como titular, 5 de suplente), fruto de lesiones, convocatorias de selección y los dos meses de pernocta en el A para suplir las bajas de Keita y Touré por la Copa de Africa. Lo más destacable de esos dos meses fue el gol que marcó al Racing y que generó un rapapolvo de Guardiola por celebrarlo con Jonathan dos Santos en el banquillo y abandonar su posición en el campo.

¿Por qué una prueba de 4 meses?
La renovación de contrato el pasado mes de junio introdujo una cláusula delicada: el club debía confirmarle antes del 31 de enero de 2011 si en la siguiente temporada tendría ficha del primer equipo. Antes de tomar una decisión, Pep Guardiola quiso asegurarse bien y mandó subir a Thiago en el mes de octubre. Mazinho, padre y representante del jugador, declaraba a SPORT: “Si hoy me dicen que la próxima temporada debe estar otra vez en el Barça B, diría que no. El chaval está preparado para jugar en cualquier equipo”. Guardiola quiso testar al chico y, sobre todo, a su entorno y le aplicó la política del palo y la zanahoria: hoy titular, mañana a la grada. Cuatro meses irregulares, donde Thiago se ha comportado de maravilla en los entrenamientos, ha lucido en los minutos disputados y también ha seguido mostrando algunas lagunas, como el pase de riesgo que propició un gol del Levante en el Camp Nou o varias pérdidas de posición corregidas de forma elocuente por el entrenador.

¿Qué se ha puesto a prueba?
La prueba ha consistido en comprobar el grado de madurez del joven para afrontar la convivencia con los mejores futbolistas del mundo sin caer en el engreimiento. Hace unas semanas, Tito Vilanova nos decía: “Las prisas en un jugador de 18 o 19 años son malas. Hay que dar tiempo a la maduración de los chicos y su entorno”. El segundo entrenador ponía a Iniesta como ejemplo: “Andrés no ha sido titular de verdad hasta los 23 años y después de tener que adaptarse a todas las posiciones. Si un jugador fabuloso como Iniesta no lo ha sido hasta los 23, nadie debe preocuparse por no ser titular con 18 años”. La prueba, por tanto, ha consistido en comprobar si Thiago y su entorno soportarían sin el menor malestar ni problema los vaivenes a que ha sido sometido en este período, alternando partidos como titular con muchos minutos descartado en la tribuna. Y lo ha encajado sin pestañear, sabedor que forma parte del proceso de maduración de su carácter. Fuentes del vestuario confirman lo sabido: que, contra las apariencias, Thiago continúa siendo un chico humilde, trabajador y con voluntad de aprender. Sus recursos técnicos le otorgan una imagen de soberbia que no se corresponde con la realidad. Al término de los cuatro meses, y tras haber disputado 10 encuentros, Guardiola otorgó su plácet y el club confirmó que el próximo curso tendrá ficha con el primer equipo. Al día siguiente se comunicó su regreso al Barça B para completar la Fase 3 de su formación.

¿Qué es la Fase 3?
La llegada de Pep Guardiola y Tito Vilanova al Barça B en verano de 2007 propició una hoja de ruta común para todas las promesas de la cantera. El guión contempla tres fases a partir de su ascenso al B: la Fase 1, en la que el jugador es “reserva-rotación”; la Fase 2, en la que es “rotación-maduración”; y la Fase 3, en la que debe ser “jugador clave”. Para cada una de las fases se fija un período de entre 6 y 9 meses, por lo que el proceso tiene una duración máxima de unos dos años y medio. Al término del proceso, la correspondiente evaluación dicta si el jugador está en condiciones de subir al primer equipo o debe ser traspasado/cedido. Thiago está en mitad de la Fase 3, por lo que afronta ahora el momento más trascendental de su corta vida como futbolista: regresar al Barça B como jugador clave, máxime en un momento terrible para el centro del campo de Luis Enrique, destrozado por las lesiones.

¿Por qué no ha jugado en el B estos meses?
Porque existe una norma no escrita por la que se juega donde se entrena. Si entrenas con el A has de estar a disposición del A (incluso si es para ir a la grada). Se busca con ello evitar casos de épocas anteriores, con ‘perlas’ que se entrenaban toda la semana con el primer equipo y terminaban jugando por decreto en el B, quitando el sitio a quienes habían trabajado por ese puesto. La norma se implantó con Guardiola en el B y ha seguido con Luis Enrique. La dirección deportiva del Barça entiende que es una norma rigurosa y con algunos aspectos contradictorios y también lo creen Guardiola y Luis Enrique, pero prefieren aplicarla y asumir las contradicciones que regresar a la vieja fórmula. Consideran ambos que la regla posee virtudes morales y formativas: ningún chico puede sentir que tiene el puesto asegurado en el B por más días que se entrene con el primer equipo. En procesos largos como el de Thiago, las contradicciones han sido mayores, pero ambos técnicos las han asumido de forma coordinada.

¿Qué le espera en el B?
Regresa al B no solo porque hay un atasco en el A (la buena salud del primer equipo está dejando pocos huecos) y un agujero importante en el B, sino porque ha de completar la Fase 3 y demostrar que, más allá de contratos y declaraciones, tiene madera de líder. Ahora le corresponde echarse el equipo a la espalda y dirigirlo toda la segunda vuelta. Demostrar carácter (el talento ya lo ha mostrado) y compromiso para mandar en un conjunto que no puede contar con uno de sus líderes (Oriol Romeu), ha extraviado a otro (Jonathan dos Santos) y acaba de perder a quien había tomado el relevo con fuerza y maestría (Sergi Roberto). Ahora ya no habrá medias tintas: con ficha del A en el horizonte inmediato, Thiago no puede defraudar en su regreso al B. Ha de ser el alma y el motor del equipo. La exigencia ha subido varios peldaños: no le estará permitida la menor ausencia o desconexión, máxime con su contundente hermano Rafinha esperando en la recámara.