lunes, enero 31, 2011

'Fabio' Mourinho

De tanto transitar por el alambre, el funambulista se ha precipitado al vacío. Llevaba varios meses caminando por el borde del precipicio, basando su juego en la adrenalina, echándole más madera a la caldera en un intento de compensar las deficiencias estructurales por todos conocidas. Pero de tanto vivir al límite, el prestidigitador se ha despeñado. En las ocasiones anteriores siempre llegó el Séptimo de Caballería blanco en forma de paracaídas salvador, hasta que anoche ya no hubo clavo ardiendo al que agarrarse, ni remate milagroso, ni galope tendido de los jinetes desbocados. Por no haber, de hecho no hubo casi nada, salvo la constatación de que todo el folclore mediático era una opereta bufa: no era un 'nueve' lo que hacía falta, sino una idea estable de juego y, si acaso, algún 'playmaker' más que impida que Xabi Alonso esté siempre solo ante el peligro, con fiebre o sin ella, expuesto a todos los riesgos, abandonado a su suerte en el centro del campo. ¡No era el 'nueve', estúpido!, habría que parafrasear, sino el modelo, el sistema y las ideas.

El Madrid es un formidable catálogo de individualidades al que le falta el pegamento de la cohesión que cuaja en los grandes equipos. El mal no es de hoy: si acaso, hoy es más visible, pero viene de tan atrás que hay que remontarse a las tierras medias de los primeros galácticos para encontrar sus raíces. Cuando Florentino Pérez empezó a acumular estrellas sin importarle la quiebra de la identidad futbolística, también abrió una etapa que se ha caracterizado por el oropel exterior y la pobreza en el juego. Sus últimas decisiones no cambiaron la deriva. Contrató al que la prensa madrileña considera mejor entrenador del mundo y amplió el catálogo de estrellas, pero olvidó lo esencial: este es un deporte colectivo en el que las ideas son más importantes de lo que desean los fanáticos. Una idea de juego y una plantilla coherente con dicha idea son los cimientos esenciales que el gran constructor continúa sin comprender.

Muchas declaraciones más tarde, el Madrid de Mourinho no mejora al Madrid de Capello. Complacido el entrenador con la llegada de Adebayor, el estilo de juego parece haber retrocedido otro quinquenio: de nuevo los pelotazos de Casillas en busca de la cabeza de un 'nueve', fórmula obsoleta, menor y caduca, escasamente estimulante en los tiempos actuales. El rotundo apoyo popular del que goza Mourinho no parece resentirse con semejante propuesta, similar a la que provocó el despido de un Capello campeón por "ausencia de excelencia en el juego", según se argumentó entonces.

Los tiempos han cambiado, pero el Madrid sufre una regresión palmaria disimulada solo por el rugido mediático. Sus aficionados más ardientes proclaman las virtudes del método de Mourinho sin importarles hacer tabla rasa con los valores, métodos y virtudes que el club atesoró hasta la llegada del Florentinato. Entregados a la pasión por sus gladiadores adrenalínicos y a la exaltación del verbo testosterónico, no perciben lo esencial: el Madrid sigue huérfano de fútbol.

- Publicado en El Periódico (31-I-2011)

jueves, enero 20, 2011

Los interrogantes de Thiago Alcántara

El regreso de Thiago Alcántara a la disciplina del Barça B ha suscitado una animada discusión entre el barcelonismo, pero obedece exclusivamente a una nueva fase en el proceso de maduración y formación del joven talento de la cantera: concretamente, el último tramo de la denominada Fase 3, la que define al llamado “jugador clave”. Los cuatro meses en los que Thiago ha convivido con el primer equipo, manteniendo ficha con el B, no han sido llanos, sino trufados por algunas aristas, pero el chico ha superado la prueba a la que le sometió Pep Guardiola y vuelve al B con la fuerza de tener asegurada una ficha en el A para el próximo curso. Los interrogantes que dejan tras sí estos cuatro meses de convivencia son los siguientes:

¿Por qué tantos focos sobre Thiago?
Thiago es un fuera de serie desde la tierna infancia. Siempre ha jugado una categoría o dos por encima de su edad, saltándose etapas y destacando por un talento natural y una habilidad técnica inusitada. En paralelo, también dejó dudas sobre su compromiso hacia el colectivo. Nadie discutió nunca que posee unas cualidades excepcionales, pero tampoco nadie se atrevió a garantizar que las pondría al servicio del conjunto. En el fútbol formativo del Barça se extendió la idea de que el único enemigo que tenía Thiago era él mismo y su voluntad para poner su talento a las órdenes del equipo. Se recordó pronto a Mario Rosas, la estrella que ensombrecía a Xavi Hernández en cadetes; a Iván de la Peña, el ‘fantasista’ que no quiso reciclarse; e incluso a Guti, el ‘guadiana’ madridista del fútbol-champán. Los técnicos se conjuraron para que Thiago no fuese así, irregular, desconectado y sólo preocupado por el lucimiento personal. Desde hace años, todos sus entrenadores hacen énfasis en mejorar este aspecto del jugador y eliminar las ‘ausencias’.

¿Qué había hecho hasta ahora?
Con 16 años, Thiago ya jugó en el Barça B la temporada 2007-2008, la del estreno de Guardiola como entrenador en Tercera división. Concretamente, 121 minutos repartidos en cinco suplencias. Después, encadenó dos temporadas completas en el B con Luis Enrique, corrigiendo lagunas y progresando, pero sin acabar de consolidarse como el gran centrocampista que promete ser: en 2008-2009 disputa 1.311 minutos (17 partidos como titular, 8 de suplente) que se reducen al siguiente año a solo 838 minutos (8 partidos como titular, 5 de suplente), fruto de lesiones, convocatorias de selección y los dos meses de pernocta en el A para suplir las bajas de Keita y Touré por la Copa de Africa. Lo más destacable de esos dos meses fue el gol que marcó al Racing y que generó un rapapolvo de Guardiola por celebrarlo con Jonathan dos Santos en el banquillo y abandonar su posición en el campo.

¿Por qué una prueba de 4 meses?
La renovación de contrato el pasado mes de junio introdujo una cláusula delicada: el club debía confirmarle antes del 31 de enero de 2011 si en la siguiente temporada tendría ficha del primer equipo. Antes de tomar una decisión, Pep Guardiola quiso asegurarse bien y mandó subir a Thiago en el mes de octubre. Mazinho, padre y representante del jugador, declaraba a SPORT: “Si hoy me dicen que la próxima temporada debe estar otra vez en el Barça B, diría que no. El chaval está preparado para jugar en cualquier equipo”. Guardiola quiso testar al chico y, sobre todo, a su entorno y le aplicó la política del palo y la zanahoria: hoy titular, mañana a la grada. Cuatro meses irregulares, donde Thiago se ha comportado de maravilla en los entrenamientos, ha lucido en los minutos disputados y también ha seguido mostrando algunas lagunas, como el pase de riesgo que propició un gol del Levante en el Camp Nou o varias pérdidas de posición corregidas de forma elocuente por el entrenador.

¿Qué se ha puesto a prueba?
La prueba ha consistido en comprobar el grado de madurez del joven para afrontar la convivencia con los mejores futbolistas del mundo sin caer en el engreimiento. Hace unas semanas, Tito Vilanova nos decía: “Las prisas en un jugador de 18 o 19 años son malas. Hay que dar tiempo a la maduración de los chicos y su entorno”. El segundo entrenador ponía a Iniesta como ejemplo: “Andrés no ha sido titular de verdad hasta los 23 años y después de tener que adaptarse a todas las posiciones. Si un jugador fabuloso como Iniesta no lo ha sido hasta los 23, nadie debe preocuparse por no ser titular con 18 años”. La prueba, por tanto, ha consistido en comprobar si Thiago y su entorno soportarían sin el menor malestar ni problema los vaivenes a que ha sido sometido en este período, alternando partidos como titular con muchos minutos descartado en la tribuna. Y lo ha encajado sin pestañear, sabedor que forma parte del proceso de maduración de su carácter. Fuentes del vestuario confirman lo sabido: que, contra las apariencias, Thiago continúa siendo un chico humilde, trabajador y con voluntad de aprender. Sus recursos técnicos le otorgan una imagen de soberbia que no se corresponde con la realidad. Al término de los cuatro meses, y tras haber disputado 10 encuentros, Guardiola otorgó su plácet y el club confirmó que el próximo curso tendrá ficha con el primer equipo. Al día siguiente se comunicó su regreso al Barça B para completar la Fase 3 de su formación.

¿Qué es la Fase 3?
La llegada de Pep Guardiola y Tito Vilanova al Barça B en verano de 2007 propició una hoja de ruta común para todas las promesas de la cantera. El guión contempla tres fases a partir de su ascenso al B: la Fase 1, en la que el jugador es “reserva-rotación”; la Fase 2, en la que es “rotación-maduración”; y la Fase 3, en la que debe ser “jugador clave”. Para cada una de las fases se fija un período de entre 6 y 9 meses, por lo que el proceso tiene una duración máxima de unos dos años y medio. Al término del proceso, la correspondiente evaluación dicta si el jugador está en condiciones de subir al primer equipo o debe ser traspasado/cedido. Thiago está en mitad de la Fase 3, por lo que afronta ahora el momento más trascendental de su corta vida como futbolista: regresar al Barça B como jugador clave, máxime en un momento terrible para el centro del campo de Luis Enrique, destrozado por las lesiones.

¿Por qué no ha jugado en el B estos meses?
Porque existe una norma no escrita por la que se juega donde se entrena. Si entrenas con el A has de estar a disposición del A (incluso si es para ir a la grada). Se busca con ello evitar casos de épocas anteriores, con ‘perlas’ que se entrenaban toda la semana con el primer equipo y terminaban jugando por decreto en el B, quitando el sitio a quienes habían trabajado por ese puesto. La norma se implantó con Guardiola en el B y ha seguido con Luis Enrique. La dirección deportiva del Barça entiende que es una norma rigurosa y con algunos aspectos contradictorios y también lo creen Guardiola y Luis Enrique, pero prefieren aplicarla y asumir las contradicciones que regresar a la vieja fórmula. Consideran ambos que la regla posee virtudes morales y formativas: ningún chico puede sentir que tiene el puesto asegurado en el B por más días que se entrene con el primer equipo. En procesos largos como el de Thiago, las contradicciones han sido mayores, pero ambos técnicos las han asumido de forma coordinada.

¿Qué le espera en el B?
Regresa al B no solo porque hay un atasco en el A (la buena salud del primer equipo está dejando pocos huecos) y un agujero importante en el B, sino porque ha de completar la Fase 3 y demostrar que, más allá de contratos y declaraciones, tiene madera de líder. Ahora le corresponde echarse el equipo a la espalda y dirigirlo toda la segunda vuelta. Demostrar carácter (el talento ya lo ha mostrado) y compromiso para mandar en un conjunto que no puede contar con uno de sus líderes (Oriol Romeu), ha extraviado a otro (Jonathan dos Santos) y acaba de perder a quien había tomado el relevo con fuerza y maestría (Sergi Roberto). Ahora ya no habrá medias tintas: con ficha del A en el horizonte inmediato, Thiago no puede defraudar en su regreso al B. Ha de ser el alma y el motor del equipo. La exigencia ha subido varios peldaños: no le estará permitida la menor ausencia o desconexión, máxime con su contundente hermano Rafinha esperando en la recámara.

martes, enero 11, 2011

Las grietas del modelo

Por excepcional que sea, todo modelo tiene sus defectos y el del Barça no es la excepción. La Masía conquista el Balón de Oro y el Pep Team acapara tantos elogios como triunfos, pero este éxito no impide que existan grietas. Por lo general, cuando los equipos que acumulan muchos títulos sufren un bache o empiezan su declive se acostumbra a decir que han perdido el hambre de victorias o que están aquejados de indolencia o invadidos por la autocomplacencia. Probablemente no sea así, pues los protagonistas siempre dicen que ningún deportista se cansa de ganar. En realidad, se cansa de sufrir. El sufrimiento, o el sacrificio, son instrumentos imprescindibles para vencer. Y para ganar mucho hay que haber sufrido bastante. Lo que sucede, por tanto, es que el deportista desiste de seguir sacrificándose y, a continuación, comprueba que ya no tiene los instrumentos imprescindibles para seguir venciendo.

De este Barça, sin embargo, no diríamos nada similar, pues si alguna virtud permanece inalterada es la capacidad individual y colectiva de continuar sufriendo. Una parte de sus problemas llegan por otra vía: por la gestión del éxito. Es tan espectacular el rendimiento de sus principales jugadores y tan exuberantes los frutos que surgen de la cantera que se está formando un importante atasco a pesar de que la plantilla era premeditadamente corta. ¡Imaginen si hubiese sido larga! A falta de que alguien como Milito deje una plaza vacante, semejante tapón obliga a tomar medidas, como esa cesión ejecutada ayer de Martí Riverola al Vitesse holandés que entrena Chapi Ferrer. Riverola lleva desde los seis años en el Barça y es un buen interior que sumaba pocos minutos en el curso actual. Se va porque el panorama que tenía enfrente le auguraba mucho banquillo y dificultades para acceder al primer equipo antes de dos o tres años. Otros compañeros del Barça B están en situación similar y algún otro seguirá el mismo camino de la cesión, bien ahora, bien en junio.

El modelo tiene esa grieta: el atasco por arriba frena el ascenso de algunas promesas, que deberán optar por quedarse más tiempo en el B, y curtirse definitivamente; ir cedido a un equipo de características similares de juego; o aceptar la oferta de otros clubs que merodean permanentemente por el Mini Estadi. En el primer caso hay gente como Bartra, Montoya o Sergi Roberto; en el segundo, Riverola; y en el tercero parece que se alineará Nolito. Otra grieta se produce por la dinámica de entrenamientos: quien se entrena con el A, difícilmente juega esa semana con el B. Hay argumentos poderosos y razonables para comprender la medida, pero llevada al extremo genera incomodidad y el resultado indeseado de grandes promesas que juegan pocos partidos.

- Publicado en Sport (8-I-2011)

martes, enero 04, 2011

La importancia de la Copa en los planes de Guardiola

Al Barça le interesa pelear por la Copa del Rey porque es un título importante, pero también porque es un medio decisivo para mantener el ritmo de competición. Uno de los mayores disgustos de Guardiola la pasada temporada se produjo por la eliminación en la Copa a manos del Sevilla porque sus planes quedaron abortados de raíz. De ahí que el partido de mañana en Bilbao posea un alto contenido de relevancia en el devenir de la temporada. Las dos razones de esa importancia son de diversa índole, al margen de la propia lucha por un título.

En primer lugar, alcanzar las semifinales coperas equivale a disputar cada semana dos encuentros hasta prácticamente el retorno de la Champions a mediados de febrero, es decir, la dinámica habitual y constante que los jugadores del Barça mantienen desde hace años. Esa dinámica es imprescindible para que mantengan lo que se denomina 'ritmo-competición' y estén acostumbrados al doble esfuerzo semanal cuando lleguen las jornadas decisivas de la temporada. Detenerse es sinónimo de pérdida de ritmo. El equipo que sólo juega una vez a la semana y se habitúa a ello paga un peaje muy duro en cuanto debe cambiar a una dinámica de partido cada tres días. Le ocurrió al Madrid la pasada temporada, cuando tras nueve semanas jugando sólo un encuentro cambió bruscamente al ritmo de partido cada tres días con la llegada de la Champions. La caída fue estrepitosa. Esta dinámica hace referencia al físico, pero también al táctico, pues los automatismos se retroalimentan de forma constante, y muy especialmente al mental: se incrementa la fatiga, sin duda, pero se alcanza una velocidad de crucero competitiva sin parangón. Compites, recuperas, compites, recuperas y vuelves a competir. Quebrar esa línea continua tiene efectos peligrosísimos.

Existe una segunda razón por la que Guardiola está empeñado en la Copa y son los teóricos suplentes. Sabemos que hay unos jugadores bastante más titulares que otros. Pero estos otros son igualmente necesarios. Y, además, acostumbran a serlo en los momentos más delicados. Dijo Guardiola un día que la Champions la ganan los suplentes. Así es. Son esas piezas que cierta noche han de ocupar el mediocentro o el lateral izquierdo. Jugadores que salen del banquillo y deben rendir como si fuesen megatitulares. El Sylvinho de la final de Roma. ¿Cómo tener en forma a estos futbolistas? No sólo con moral, sino con el físico a tope, los automatismos afinados y el ritmo-competición a tono. Para ello sólo existe una fórmula: jugando partidos, haciéndoles partícipes de la dinámica del juego. De ahí que sea imprescindible seguir adelante en la Copa y que enero y febrero sean dos meses de rotaciones físico-tácticas. Para que los titulares carguen gasolina y los menos titulares adquieran el ritmo necesario.

- Publicado en Sport (4-I-2011)

lunes, enero 03, 2011

Y después de Xavi, ¿qué?

Hace 22 años, el 4 encendió la luz y desde entonces apenas ha vuelto a apagarse. Aquel 4 fue Luis Milla y tuvo pronto sucesor: Pep Guardiola, al que Celades e Iván de la Peña, desde posiciones dispares, intentaron dar continuidad aun a costa de sufrir algunos apagones. Después llegó Xavi y ya hace 549 partidos que la luz sigue abierta. En estas 13 temporadas con Xavi, la luz ha parpadeado en ocasiones y amenazado oscuridad en otras, pero nunca se ha apagado. Y después de Xavi, ¿quién? Porque no será cierto que Iniesta vaya a retirarle como predijera Guardiola. De hecho, no tardamos en comprender que Iniesta nunca sustituiría a Xavi porque Andrés camina por un pasillo y Hernández por otro. Comprobamos que Xavi encendía la luz y Andrés repartía caramelos.

Y ahora que se ha hecho mayor de edad de verdad, ahora empezamos a pensar qué será de nosotros cuando Xavi decida sacarse el carnet de entrenador. Eso no parece que vaya a ocurrir antes del 2015, con lo que hay tiempo para darle vueltas a la sucesión mientras el de Terrassa sigue zampándose partidos con glotonería insaciable. Al ritmo que va, empezará a pensar en la retirada cuando alcance los 750 partidos y para entonces sí será imprescindible conocer el nombre del capataz que encienda la luz al empezar cada partido. El más socorrido, por inmediato, es el de Cesc Fàbregas, una pieza que alcanzaría consenso casi completo en el barcelonismo si no mediara un factor espinoso: el coste de recuperarlo. En la balanza de las decisiones directivas pesará tanto la indiscutible brillantez futbolística de Cesc como la pesada carga de un traspaso quizá irrealizable por lo oneroso. Alrededor de su perfil se podrá debatir si es más Xavi que Iniesta, si tiene más genes de uno que del otro, si combina la pausa del primero con la llegada del segundo, y así hasta la extenuación, pero no evitaremos regresar a la ecuación maldita: un gran sucesor a un precio desorbitante. Y la ecuación no será fácil de resolver ni en el corto, ni en el medio plazo.

Imagino a Guardiola apostando por la llegada de Cesc por si acaso Xavi pilla un resfriado inoportuno en los próximos cinco años. Porque la otra alternativa aún no está madura. O suficientemente madura para llegar al primer equipo así que empiece el próximo curso. En la cantera hay alternativas: no hay un Xavi clónico, pero sí variantes muy interesantes. No pienso en Thiago Alcántara, un jugador diferente al tradicional medio azulgrana y al que aún le quedan varios hervores, de perfil muy alejado al de Xavi, auténtico híbrido entre Deco e Iniesta. Pienso más bien en otros chicos como Sergi Roberto (perfil Cesc), Javi Espinosa (perfil Iniesta), Rafa Alcántara (perfil Thiago, por algo es su hermano, pero en zurdo y más pausado), Sergi Samper (entre Iniesta y Xavi) o Wilfried Kaptoum (entre Zidane y Xavi), promesas todas ellas que andan formándose por la Ciutat Esportiva.

Ninguno es exactamente Xavi, pero es que no habrá otro Xavi. No lo ha sido Iniesta. No lo es Cesc. No lo será Thiago. Xavi es único por su pausa y su ritmo, por ese chip del control que llevado implantado en el cerebro. Será imprescindible asumir que quien encienda la luz tendrá otras características: la verticalidad 'fabreguiana' de Sergi Roberto, la conducción zigzagueante de Espinosa, la contundente dirección de Rafa Alcántara, la visión panorámica de Samper, la flotabilidad de Kaptoum, o quizá la efervescencia del propio Fàbregas. Habrá que tomar una decisión: cubrir con Cesc una posible emergencia antes del 2015 o esperar a que maduren las promesas. Pep y Sandro deberán decidir.

La Masía de Oro

El segundo lunes de este nuevo año que empieza a balbucear se hará entrega del Balón de Oro a una idea. El mérito y los votos se les otorgará a tres futbolistas, pero en realidad será el reconocimiento una idea de juego, a un concepto y una filosofía. Laureano Ruiz, Johan Cruyff y Pep Guardiola también estarán en ese podio como hilos conductores de un estilo que ha logrado enamorar al mundo y junto a ellos, un pedazo de trofeo corresponderá asimismo a Charly Rexach, Louis Van Gaal y Frank Rijkaard, elementos imprescindibles en la evolución del concepto. Las imágenes reflejarán un podio barcelonista en el que tres chicos bajitos sosteniendo sus trofeos protagonizarán la sublimación de la idea y la consagración universal de la pasión por el balón. Centenares de jugadores y docenas de entrenadores y educadores cubrirán de manera virtual las espaldas de los tres elegidos, que no habrían alcanzado semejante perfección en su juego sin el apoyo y la exigencia de una cantera solidificada en el esfuerzo paciente de la hormiga. Ese Balón de Oro será para La Masía.

Conociendo al director de La Masía, Carles Folguera, me temo que hará caso omiso a la idea de colocar una réplica del trofeo en la entrada de la residencia barcelonista. Su criterio es que los niños deben crecer y educarse fuera de los focos y, sobre todo, lejos de las fanfarrias del primer equipo. Que el objetivo no es conocer y convivir con el fútbol profesional de alto nivel, sino formarse en todos los ámbitos y acostumbrarse a subir los duros peldaños de la vida. De ahí que se esfuerce en mantener controlada a la chiquillería para que se concentre en el estudio, el entrenamiento silencioso y en las cosas humildes de la vida. Imagino que un balón de oro a la puerta de la nueva Masía supondría un brillo excesivo para sus habitantes.

Pero lo que no podrá evitar es el homenaje del Camp Nou al triunfo universal de la idea. Desconozco si el club lo ha estudiado, pero sería hermoso que la noche en que eso ocurra, cuando Iniesta, Xavi y Messi aparezcan sobre el césped del estadio con el Balón de Oro en las manos, sin duda acompañados por toda la plantilla y el cuadro técnico del primer equipo, sería impactante que no estuvieran solos y que sobre el mismo césped apareciesen también todos los componentes de la cantera, esas nuevas hornadas de niños y adolescentes con pasión por el cuero, y sus entrenadores y maestros. Sé que son muchos, pues sumada la FCBEscola probablemente superen los 800, pero no habría en el mundo del fútbol una imagen más potente que esa: la de centenares de canteranos arropando el símbolo donde se consagra la idea. Y, al mismo tiempo, sería la demostración tangible de que el modelo es sostenible y la continuidad está garantizada.

sábado, enero 01, 2011

La preparación física

A mediados de septiembre, los principales jugadores del Barça andaban con la lengua fuera. A mediados de diciembre iban como motos. Pese a esta evidencia, de vez en cuando seguimos escuchando que la preparación física no tiene importancia en el fútbol moderno. ¡Qué se lo digan a Guardiola! O a Xavi, Puyol y Villa, que arrastraban sus físicos agotados y sin tono a la vuelta de una temporada agotadora y un Mundial glorioso. El éxito parcial del Barça en estos meses transcurridos desde el inicio de curso tiene varias razones y padres, pero entre ellos hay que citar a los preparadores físicos Paco Seirul.lo y Lorenzo Buenaventura y todo su equipo, artífices de una planificación que por momentos ha parecido milimetrada como un guante a las necesidades competitivas del equipo.

Sin embargo, cada vez que publicamos en SPORT las pautas básicas de dicha planificación recibimos comentarios similares de escépticos descreídos. Probablemente porque les suene a desconocidos términos como microciclos específicos o preparación personalizada al perfil de cada jugador. Pero las previsiones se cumplen año tras año, período tras período.

Cuando tocan semanas de carga las piernas parecen de plomo y el juego del equipo sufre irremediablemente; cuando tocan microciclos para afinar, el equipo vuela. Guardiola lleva dos años y medio siendo puntual con la planificación de su equipo, que está en forma cuando toca y sufre en aquellas épocas imprescindibles para cargar gasolina. Mérito de los preparadores y también del primer entrenador, quien en su primer día de trabajo ya otorgó plenos poderes al tándem Buenaventura-Seirul.lo para liderar esta faceta.

¿Y por qué no sucede así habitualmente? Porque entrenadores y preparadores físicos en general acostumbran a hablar lenguajes diferentes y poseen escasa voluntad de entendimiento mutuo. Entre ambos ha crecido un abismo de incomprensión. Hay entrenadores que ‘prestan’ sus futbolistas al preparador físico durante unos minutos, exigiendo que se los devuelva con rapidez para entrenar de verdad. Y hay preparadores incapaces de comprender las exigencias competitivas del entrenador. Ese abismo lo acaba pagando el equipo en forma de baja condición física, lesiones o errores en el momento de la puesta a punto.

Guardiola tiene un punto de vista radicalmente distinto y cuenta también, reconozcámoslo, con la experiencia positiva vivida en primera persona como jugador del Barça cuando Seirul.lo ya se ocupaba de estos menesteres en el Dream Team. Por tanto, en vez de ‘prestar’ media hora a sus jugadores, lo que hace es planificar la puesta en forma de sus hombres en comandita con los preparadores físicos. Todos ellos hablan el mismo lenguaje y se nota en los resultados.

- Publicado en Sport (28-XII-2010)