Hace 22 años, el 4 encendió la luz y desde entonces apenas ha vuelto a apagarse. Aquel 4 fue Luis Milla y tuvo pronto sucesor: Pep Guardiola, al que Celades e Iván de la Peña, desde posiciones dispares, intentaron dar continuidad aun a costa de sufrir algunos apagones. Después llegó Xavi y ya hace 549 partidos que la luz sigue abierta. En estas 13 temporadas con Xavi, la luz ha parpadeado en ocasiones y amenazado oscuridad en otras, pero nunca se ha apagado. Y después de Xavi, ¿quién? Porque no será cierto que Iniesta vaya a retirarle como predijera Guardiola. De hecho, no tardamos en comprender que Iniesta nunca sustituiría a Xavi porque Andrés camina por un pasillo y Hernández por otro. Comprobamos que Xavi encendía la luz y Andrés repartía caramelos.
Y ahora que se ha hecho mayor de edad de verdad, ahora empezamos a pensar qué será de nosotros cuando Xavi decida sacarse el carnet de entrenador. Eso no parece que vaya a ocurrir antes del 2015, con lo que hay tiempo para darle vueltas a la sucesión mientras el de Terrassa sigue zampándose partidos con glotonería insaciable. Al ritmo que va, empezará a pensar en la retirada cuando alcance los 750 partidos y para entonces sí será imprescindible conocer el nombre del capataz que encienda la luz al empezar cada partido. El más socorrido, por inmediato, es el de Cesc Fàbregas, una pieza que alcanzaría consenso casi completo en el barcelonismo si no mediara un factor espinoso: el coste de recuperarlo. En la balanza de las decisiones directivas pesará tanto la indiscutible brillantez futbolística de Cesc como la pesada carga de un traspaso quizá irrealizable por lo oneroso. Alrededor de su perfil se podrá debatir si es más Xavi que Iniesta, si tiene más genes de uno que del otro, si combina la pausa del primero con la llegada del segundo, y así hasta la extenuación, pero no evitaremos regresar a la ecuación maldita: un gran sucesor a un precio desorbitante. Y la ecuación no será fácil de resolver ni en el corto, ni en el medio plazo.
Imagino a Guardiola apostando por la llegada de Cesc por si acaso Xavi pilla un resfriado inoportuno en los próximos cinco años. Porque la otra alternativa aún no está madura. O suficientemente madura para llegar al primer equipo así que empiece el próximo curso. En la cantera hay alternativas: no hay un Xavi clónico, pero sí variantes muy interesantes. No pienso en Thiago Alcántara, un jugador diferente al tradicional medio azulgrana y al que aún le quedan varios hervores, de perfil muy alejado al de Xavi, auténtico híbrido entre Deco e Iniesta. Pienso más bien en otros chicos como Sergi Roberto (perfil Cesc), Javi Espinosa (perfil Iniesta), Rafa Alcántara (perfil Thiago, por algo es su hermano, pero en zurdo y más pausado), Sergi Samper (entre Iniesta y Xavi) o Wilfried Kaptoum (entre Zidane y Xavi), promesas todas ellas que andan formándose por la Ciutat Esportiva.
Ninguno es exactamente Xavi, pero es que no habrá otro Xavi. No lo ha sido Iniesta. No lo es Cesc. No lo será Thiago. Xavi es único por su pausa y su ritmo, por ese chip del control que llevado implantado en el cerebro. Será imprescindible asumir que quien encienda la luz tendrá otras características: la verticalidad 'fabreguiana' de Sergi Roberto, la conducción zigzagueante de Espinosa, la contundente dirección de Rafa Alcántara, la visión panorámica de Samper, la flotabilidad de Kaptoum, o quizá la efervescencia del propio Fàbregas. Habrá que tomar una decisión: cubrir con Cesc una posible emergencia antes del 2015 o esperar a que maduren las promesas. Pep y Sandro deberán decidir.