A mediados de septiembre, los principales jugadores del Barça andaban con la lengua fuera. A mediados de diciembre iban como motos. Pese a esta evidencia, de vez en cuando seguimos escuchando que la preparación física no tiene importancia en el fútbol moderno. ¡Qué se lo digan a Guardiola! O a Xavi, Puyol y Villa, que arrastraban sus físicos agotados y sin tono a la vuelta de una temporada agotadora y un Mundial glorioso. El éxito parcial del Barça en estos meses transcurridos desde el inicio de curso tiene varias razones y padres, pero entre ellos hay que citar a los preparadores físicos Paco Seirul.lo y Lorenzo Buenaventura y todo su equipo, artífices de una planificación que por momentos ha parecido milimetrada como un guante a las necesidades competitivas del equipo.
Sin embargo, cada vez que publicamos en SPORT las pautas básicas de dicha planificación recibimos comentarios similares de escépticos descreídos. Probablemente porque les suene a desconocidos términos como microciclos específicos o preparación personalizada al perfil de cada jugador. Pero las previsiones se cumplen año tras año, período tras período.
Cuando tocan semanas de carga las piernas parecen de plomo y el juego del equipo sufre irremediablemente; cuando tocan microciclos para afinar, el equipo vuela. Guardiola lleva dos años y medio siendo puntual con la planificación de su equipo, que está en forma cuando toca y sufre en aquellas épocas imprescindibles para cargar gasolina. Mérito de los preparadores y también del primer entrenador, quien en su primer día de trabajo ya otorgó plenos poderes al tándem Buenaventura-Seirul.lo para liderar esta faceta.
¿Y por qué no sucede así habitualmente? Porque entrenadores y preparadores físicos en general acostumbran a hablar lenguajes diferentes y poseen escasa voluntad de entendimiento mutuo. Entre ambos ha crecido un abismo de incomprensión. Hay entrenadores que ‘prestan’ sus futbolistas al preparador físico durante unos minutos, exigiendo que se los devuelva con rapidez para entrenar de verdad. Y hay preparadores incapaces de comprender las exigencias competitivas del entrenador. Ese abismo lo acaba pagando el equipo en forma de baja condición física, lesiones o errores en el momento de la puesta a punto.
Guardiola tiene un punto de vista radicalmente distinto y cuenta también, reconozcámoslo, con la experiencia positiva vivida en primera persona como jugador del Barça cuando Seirul.lo ya se ocupaba de estos menesteres en el Dream Team. Por tanto, en vez de ‘prestar’ media hora a sus jugadores, lo que hace es planificar la puesta en forma de sus hombres en comandita con los preparadores físicos. Todos ellos hablan el mismo lenguaje y se nota en los resultados.
- Publicado en Sport (28-XII-2010)