Al Barça le interesa pelear por la Copa del Rey porque es un título importante, pero también porque es un medio decisivo para mantener el ritmo de competición. Uno de los mayores disgustos de Guardiola la pasada temporada se produjo por la eliminación en la Copa a manos del Sevilla porque sus planes quedaron abortados de raíz. De ahí que el partido de mañana en Bilbao posea un alto contenido de relevancia en el devenir de la temporada. Las dos razones de esa importancia son de diversa índole, al margen de la propia lucha por un título.
En primer lugar, alcanzar las semifinales coperas equivale a disputar cada semana dos encuentros hasta prácticamente el retorno de la Champions a mediados de febrero, es decir, la dinámica habitual y constante que los jugadores del Barça mantienen desde hace años. Esa dinámica es imprescindible para que mantengan lo que se denomina 'ritmo-competición' y estén acostumbrados al doble esfuerzo semanal cuando lleguen las jornadas decisivas de la temporada. Detenerse es sinónimo de pérdida de ritmo. El equipo que sólo juega una vez a la semana y se habitúa a ello paga un peaje muy duro en cuanto debe cambiar a una dinámica de partido cada tres días. Le ocurrió al Madrid la pasada temporada, cuando tras nueve semanas jugando sólo un encuentro cambió bruscamente al ritmo de partido cada tres días con la llegada de la Champions. La caída fue estrepitosa. Esta dinámica hace referencia al físico, pero también al táctico, pues los automatismos se retroalimentan de forma constante, y muy especialmente al mental: se incrementa la fatiga, sin duda, pero se alcanza una velocidad de crucero competitiva sin parangón. Compites, recuperas, compites, recuperas y vuelves a competir. Quebrar esa línea continua tiene efectos peligrosísimos.
Existe una segunda razón por la que Guardiola está empeñado en la Copa y son los teóricos suplentes. Sabemos que hay unos jugadores bastante más titulares que otros. Pero estos otros son igualmente necesarios. Y, además, acostumbran a serlo en los momentos más delicados. Dijo Guardiola un día que la Champions la ganan los suplentes. Así es. Son esas piezas que cierta noche han de ocupar el mediocentro o el lateral izquierdo. Jugadores que salen del banquillo y deben rendir como si fuesen megatitulares. El Sylvinho de la final de Roma. ¿Cómo tener en forma a estos futbolistas? No sólo con moral, sino con el físico a tope, los automatismos afinados y el ritmo-competición a tono. Para ello sólo existe una fórmula: jugando partidos, haciéndoles partícipes de la dinámica del juego. De ahí que sea imprescindible seguir adelante en la Copa y que enero y febrero sean dos meses de rotaciones físico-tácticas. Para que los titulares carguen gasolina y los menos titulares adquieran el ritmo necesario.
- Publicado en Sport (4-I-2011)