El segundo lunes de este nuevo año que empieza a balbucear se hará entrega del Balón de Oro a una idea. El mérito y los votos se les otorgará a tres futbolistas, pero en realidad será el reconocimiento una idea de juego, a un concepto y una filosofía. Laureano Ruiz, Johan Cruyff y Pep Guardiola también estarán en ese podio como hilos conductores de un estilo que ha logrado enamorar al mundo y junto a ellos, un pedazo de trofeo corresponderá asimismo a Charly Rexach, Louis Van Gaal y Frank Rijkaard, elementos imprescindibles en la evolución del concepto. Las imágenes reflejarán un podio barcelonista en el que tres chicos bajitos sosteniendo sus trofeos protagonizarán la sublimación de la idea y la consagración universal de la pasión por el balón. Centenares de jugadores y docenas de entrenadores y educadores cubrirán de manera virtual las espaldas de los tres elegidos, que no habrían alcanzado semejante perfección en su juego sin el apoyo y la exigencia de una cantera solidificada en el esfuerzo paciente de la hormiga. Ese Balón de Oro será para La Masía.
Conociendo al director de La Masía, Carles Folguera, me temo que hará caso omiso a la idea de colocar una réplica del trofeo en la entrada de la residencia barcelonista. Su criterio es que los niños deben crecer y educarse fuera de los focos y, sobre todo, lejos de las fanfarrias del primer equipo. Que el objetivo no es conocer y convivir con el fútbol profesional de alto nivel, sino formarse en todos los ámbitos y acostumbrarse a subir los duros peldaños de la vida. De ahí que se esfuerce en mantener controlada a la chiquillería para que se concentre en el estudio, el entrenamiento silencioso y en las cosas humildes de la vida. Imagino que un balón de oro a la puerta de la nueva Masía supondría un brillo excesivo para sus habitantes.
Pero lo que no podrá evitar es el homenaje del Camp Nou al triunfo universal de la idea. Desconozco si el club lo ha estudiado, pero sería hermoso que la noche en que eso ocurra, cuando Iniesta, Xavi y Messi aparezcan sobre el césped del estadio con el Balón de Oro en las manos, sin duda acompañados por toda la plantilla y el cuadro técnico del primer equipo, sería impactante que no estuvieran solos y que sobre el mismo césped apareciesen también todos los componentes de la cantera, esas nuevas hornadas de niños y adolescentes con pasión por el cuero, y sus entrenadores y maestros. Sé que son muchos, pues sumada la FCBEscola probablemente superen los 800, pero no habría en el mundo del fútbol una imagen más potente que esa: la de centenares de canteranos arropando el símbolo donde se consagra la idea. Y, al mismo tiempo, sería la demostración tangible de que el modelo es sostenible y la continuidad está garantizada.