Tras el mazazo anímico por Abidal llegó la confirmación de que Puyol no iba hacia delante, sino hacia atrás. Y el equipo se quedó sin red. Sin ese airbag de emergencia que resulta esencial para practicar un estilo de juego ofensivo y arriesgado. Sin ese salvavidas del último sprint, ese central corrector que actúa de ángel de la guarda del conjunto. Abidal suplió a Puyol y dicha permuta apenas alteró el pulso del equipo. Pero cuando cayó Abidal, se comprobó que no había otro clon y hubo que echar mano de perfiles diferentes. Guardiola eligió a Busquets, como en Roma había escogido a Touré: por su excelente maestría táctica. Donde no llegaba por velocidad, lo hacía por colocación. En vez de un airbag, con Busquets pasó a haber un lector de posos de café, un adivino del porvenir, el chico que olfateaba por dónde llegaba el peligro e intentaba adelantarse a él. Le tocó ocuparse de algunos pistoleros muy veloces (Villarreal y Shakhtar) y salió vivo del intento, pero había otro problema aún más serio y grave: faltaba el primer defensa del equipo: Pedro Rodríguez.
De tanto mirar atrás, no vimos que la dificultad empezaba delante. Sin Pedro, la presión de la línea atacante perdía toda su potencia y eso hacía muy largo el equipo, permitiendo al rival respirar tranquilo en su salida de balón. A partir de ahí, como en una cascada, se sucedían las consecuencias: un Barça echado más atrás sufría desarreglos en el centro del campo, perdía la posición, facilitaba las contras y dejaba demasiados pasillos abiertos en su defensa. Este defecto es fruto de una virtud: el juego asociativo del Barça posee una alta coordinación de todos sus elementos. En la virtud se esconde el defecto. Cuando uno de ellos se descoloca o desconcentra o, simplemente, se afloja en su misión, aparecen las grietas. Lo que ocurre en una punta del campo tiene consecuencias en el otro extremo: es el "efecto mariposa", que se enmarca dentro de lo que denominamos Teoría del Caos que Guardiola ha insuflado a su equipo. El éxito depende de la precisión milimétrica y de la coordinación precisa de todos los elementos: si falla uno solo, se resquebraja el andamio.
Las bajas de atrás (Puyol y Abidal) son muy trascendentes, pero la de Pedro es esencial. Jugar sin red es un riesgo inmenso si enfrente tienes a los jinetes merengues, pero hacerlo sin el gancho delantero, sin ese primer defensa valiente que muerde y centellea con su presión, es mucho peor. Llevamos semanas debatiendo sobre qué jugador es el idóneo para suplir a los ausentes, pero quizás la solución al sudoku que afronta Guardiola esté delante y no atrás. Quizás si muerdes delante y todas las piezas están en su sitio, la ausencia del airbag se note menos.