Mourinho sabe que para lograr su objetivo (las dos copas que están en juego) no puede dejarse ir en la Liga. Una cosa es ser consciente de que la ventaja en puntos del Barça es prácticamente insalvable y otra, bien distinta, facilitar que su equipo caiga en la dinámica perversa de bajar los brazos. Por esta razón se blindó en San Mamés con cinco defensas: no para ganar el partido, como ocurrió, y con una facilidad inesperada, sino para no perderlo. Mantener el pulso y la tensión en la Liga resulta fundamental para intentar conquistar la Copa y la Champions.
Con respecto al Barça, Mourinho cuenta con dos ventajas significativas: tiene a toda la plantilla a su disposición y ha aprendido, pienso, la lección del Camp Nou. Dudo mucho que veamos un Madrid abierto y alegre en ninguno de los partidos que se avecinan. Afrontará al Barça con cerrojo, trivote y contrataque, las mejores armas merengues. Sus tres jugadores esenciales (Xabi Alonso, Marcelo y Carvalho) son los más susceptibles de ser reservados el sábado para ser utilizados después en la final de la Copa en Mestalla. E intentará enfriar los ánimos: sabe por experiencia que es muy malo hacer enfadar a Xavi.