Llegados a
este momento procesal, los dos equipos ya se han afilado. Todo lo que
había que probar se ha probado (a expensas de que Mourinho empiece a
rodar a Sahin). Variantes tácticas, movimiento de piezas, sistemas de
juego, alternativas en caso de apuro... Todo ha sido ensayado y aprendido
por quienes deberán interpretarlo sobre el Bernabéu dentro de tres
semanas. No son veinte días de trámite los que quedan, pues ambos
equipos deben afrontar retos competitivos importantes y ahí están
siempre los riesgos de lesión y sanción, pero el planteamiento genérico
ya puede intuirse: un Madrid similar al de Mestalla y un Barça parecido
al de Bilbao, aunque con distintos nombres.
El principal cambio respecto del duelo de hace un año, concluido en el contundente 5-0 del Camp Nou, es que Mourinho no ha perdido de vista lo que ocurrió cuando quiso jugarle abierto al Barça. Si lo planteó así fue porque los resultados y el desarrollo de los encuentros hasta ese momento habían entusiasmado al madridismo, que parecía impulsar al entrenador a un duelo entre iguales en cuanto a las formas. Llevado en volandas por el crecimiento anímico, Mourinho presentó en el estadio blaugrana un equipo abierto, en el que sólo Khedira protegía a Xabi Alonso. Es cierto que tras el descanso añadió a Lass y que el resultado incluso empeoró, pero para entonces el Barça ya era un gigante demoledor. Aprendida la lección, el técnico portugués afrontó los cuatro Clásicos de abril con otro espíritu más metalúrgico y el balance global que hizo de esas semanas fue positivo.
Pienso que el 4-2-3-1 de Mestalla, con Khedira por delante de Xabi y Lass, es un ensayo casi definitivo para el Bernabéu, donde Özil debería dejar su sitio a Di María. Es decir, un equipo bastante clásico de Mourinho: 6 por detrás del balón y 4 por delante, con el matiz importante de que uno de estos cuatro sería el alemán Khedira, muy potente en la persecución. Este sistema augura una presión muy arriba para torpedear la salida de balón del Barça, buscando un robo alto y facilidad para rematar desde cerca. Parecido, por tanto, a la ida de la Supercopa, donde el Madrid maniobró de forma excelente, aunque ese día sí estuvo Özil. Guardiola conoce bien este planteamiento y sabe que debe buscar dos objetivos: asegurarse una salida limpia de balón, lo que pasa por un triángulo en la base formado por Piqué, Puyol y Busquets; y garantizarse el dominio en el centro del campo con la perspectiva de crear el desorden en alguna zona elegida.
Los planes de ambos mariscales ya han sido trazados con precisión. Todo lo hecho hasta ahora, además de sumar puntos, tenía por objeto diseñar las líneas maestras de lo que cada entrenador presentará el día 10. Los planes están listos.
El principal cambio respecto del duelo de hace un año, concluido en el contundente 5-0 del Camp Nou, es que Mourinho no ha perdido de vista lo que ocurrió cuando quiso jugarle abierto al Barça. Si lo planteó así fue porque los resultados y el desarrollo de los encuentros hasta ese momento habían entusiasmado al madridismo, que parecía impulsar al entrenador a un duelo entre iguales en cuanto a las formas. Llevado en volandas por el crecimiento anímico, Mourinho presentó en el estadio blaugrana un equipo abierto, en el que sólo Khedira protegía a Xabi Alonso. Es cierto que tras el descanso añadió a Lass y que el resultado incluso empeoró, pero para entonces el Barça ya era un gigante demoledor. Aprendida la lección, el técnico portugués afrontó los cuatro Clásicos de abril con otro espíritu más metalúrgico y el balance global que hizo de esas semanas fue positivo.
Pienso que el 4-2-3-1 de Mestalla, con Khedira por delante de Xabi y Lass, es un ensayo casi definitivo para el Bernabéu, donde Özil debería dejar su sitio a Di María. Es decir, un equipo bastante clásico de Mourinho: 6 por detrás del balón y 4 por delante, con el matiz importante de que uno de estos cuatro sería el alemán Khedira, muy potente en la persecución. Este sistema augura una presión muy arriba para torpedear la salida de balón del Barça, buscando un robo alto y facilidad para rematar desde cerca. Parecido, por tanto, a la ida de la Supercopa, donde el Madrid maniobró de forma excelente, aunque ese día sí estuvo Özil. Guardiola conoce bien este planteamiento y sabe que debe buscar dos objetivos: asegurarse una salida limpia de balón, lo que pasa por un triángulo en la base formado por Piqué, Puyol y Busquets; y garantizarse el dominio en el centro del campo con la perspectiva de crear el desorden en alguna zona elegida.
Los planes de ambos mariscales ya han sido trazados con precisión. Todo lo hecho hasta ahora, además de sumar puntos, tenía por objeto diseñar las líneas maestras de lo que cada entrenador presentará el día 10. Los planes están listos.