lunes, julio 10, 2006

El futbolista bipolar nos debe una disculpa a sus admiradores



Medina Cantalejo no disponía de receptor de televisión, pero vio con sus propios ojos la agresión de Zidane a Materazzi. En calidad de cuarto árbitro informó al asistente argentino Darío García, quien a su vez comunicó el hecho al colegiado Horacio Elizondo, que expulsó de inmediato al capitán francés. Ésta es la versión oficial de la FIFA sobre el procedimiento de la ya famosa expulsión de Zidane, versión que desmiente rotundamente el empleo de las imágenes televisivas en la decisión, fuesen las de la pantalla gigante del Olympiastadion, fuesen las del monitor de televisión situado en la zona anexa a los banquillos y que manejaba el quinto árbitro, Victoriano Giráldez. Podemos creerla o no, pero esta es la versión de la FIFA.

La FIFA posee una escasa credibilidad en la mayoría de materias, por lo que podemos hacer caso de esta secuencia de hechos o no, pero en cualquier caso se trata de una cuestión de procedimiento. Sin embargo, su decisión de reconocer al propio Zidane como mejor jugador del Mundial no admite dudas: es un grave error. Lo es en tanto que el comportamiento del jugador resulta inadmisible. Podremos discutir si su juego a lo largo de los seis partidos disputados fue el mejor o sólo uno más. Habrá quien prefiera la fortaleza de Cannavaro, la seguridad de Buffon, la omnipresencia de Vieira, el estilo de Pirlo o incluso el olfato de Klose, la efervescencia de Ribéry o los pulmones de Makelele y Gattuso. Da igual. No se trata de gustos ni matices. Se trata de un monumento al absurdo elegir a Zidane, pues su comportamiento ha sido deplorable y su ejemplo, lamentable. En la agresión y en su ausencia en la recogida de medallas. Dos actitudes contrarias a las mínimas normas deportivas. Resulta patético que los periodistas que han votado este título honorífico lo hayan hecho por Zidane: 2.012 votos contra 1.977 para Cannavaro y 715 de Pirlo.

Pero los periodistas pueden hacer lo que quieran. La FIFA, no. La FIFA debía haber actuado. Por ejemplo, proclamando desierto el galardón. Quizás Zidane fue quien mejor se movió sobre los estadios alemanes, pero su cabezazo al pecho de Materazzi y su espantada del podium de medallas le inhabilitan para vestir esa túnica majestuosa de mejor futbolista. Lo afirmo desde la tristeza, pues Zidane siempre me ha parecido fabuloso como jugador y modélico en casi todas sus actitudes, aunque nadie podrá desmentir su personalidad bipolar: 14 expulsiones en su fecunda carrera hablan de un carácter irascible más allá de lo razonable. Catorce expulsiones no son una casualidad, un mal momento, una provocación absurda en la que se ha caído de forma infantil. Es un palmarés triste que nos habla de un futbolista con dos personalidades: una, brillante y fértil; otra, demasiado agresiva. Es más que probable que Materazzi, un hombre con demasiadas muescas como para ser bien recibido en el mundo del fútbol, le provocara. Dice el diario inglés “The Guardian” que llamó “terrorista” a Zidane. La TV Globo de Brasil afirma que llamó “prostituta” a su hermana Lila. Cualquiera de las dos versiones puede ser cierta. Pero ninguna provocación justifica su agresión y mucho menos su negativa a recoger la medalla y recibir el veredicto del público, su ‘silenzio stampa’ posterior.

Zidane ha sido un jugador fenomenal, autor de genialidades sin par. Nos debe una explicación pública. Una disculpa tan grande como sus pésimas acciones. Le admiramos demasiado como para que nos deje así.

Referencias
- Medina Cantalejo lo vio
- Votaciones al mejor
- ¿Por qué le dan el premio?
- ¿Por qué lo hizo?
- ¿Qué te picó?
- "Terrorista"
- "Prostituta"

Fotos: AFP.