El PP, como cualquier otro, es libre de hacer las campañas que quiera. Pero es de una cara dura suprema andar haciendo campaña en favor de la misma Constitución española que los padres del PP no votaron. ¿Lo recuerdan? Fue el 6 de diciembre de 1978. Alianza Popular estaba dirigida por Manuel Fraga Iribarne. Pese a ser co-redactor de la Constitución, Fraga y su partido promovieron activamente la abstención. Pese a ello, el 67,1 % de los españoles censados acudimos a votar dicho proyecto de Constitución y el 87,87 % votamos afirmativamente, el 7,83 % votó en contra y el 4,30 % fue nulo o en blanco. Pero Alianza Popular no votó. Se abstuvo. Y promovió la abstención.
Algunos años más tarde, Fraga y Alianza Popular se transformaron y fundaron el actual PP, que heredó por tanto esa histórica abstención ante el proceso constituyente más importante en la historia de la nación española. ¿A qué viene ahora, pues, esta defensa insólita de una Constitución que los padres del PP no quisieron apoyar? ¿Y a qué viene si la Constitución no está en peligro? Suena más bien a demonios interiores. Pero no deberían jugar con la Constitución, sino debatir democráticamente el proyecto de Estatut. Entiendo que estén en contra. Incluso radicalmente en contra. Pues que utilicen los procedimientos que prevé la Constitución y enmienden, debatan, discutan, rectifiquen y voten cuanto haga falta. Pero que no empleen la Constitución como un arma arrojadiza. Y menos ellos, hijos de quienes no quisieron apoyarla en aquellos años de plomo.